viernes, febrero 24, 2012

En mi habitación siempre son las cuatro y diez



Una vez quise que vieras "Los gozos y la sombras", la serie de TVE, que del libro de Torrente Ballester ni hablamos. Intenté convencerte con todo tipo de argumentos que empezaban y acababan en Charo López. No lo conseguí. No recuerdo el por qué de mi empeño, nunca he pensado que haya que compartir las mismas filias, aunque tú y yo ya no compartiéramos nada.

Yo habia visto la serie muchos años atrás, en vídeo, en aquellos temibles meses del que fue el peor de los inviernos. Leo y yo secuestrábamos el reproductor de VHS y la televisión y cada día visionábamos un capítulo ante las quejas del respetable. Aquel ambiente opresivo en el que siempre estaba lloviendo y que a mí tanto me recordaba a mi norte, era cambiado, a su fin, por el paisaje nevado que nos rodeaba. No paró de nevar aquel año... Aunque éramos jóvenes y el frío no nos daba miedo. Temíamos a aquel pueblo en medio de la nada, a sus gentes y ese improbable acento que nunca llegamos a dominar del todo... Y nos dabas miedo tú, la única luz de aquellos días. Sabíamos que un buen día tendrías que elegir. No te dio tiempo, llegó la primavera y con ella, el deshielo.

De aquellos días recuerdo poco. La nevera improvisada en el alféizar de la ventana. Los viajes en tren entre paisajes helados, ¿alguna vez han visto la desolación de una llanura envuelta en hielo? La calidez de Grönemeyer mostrándonos que siempre hay un camino... nunca, nunca, nunca, me olvidaré de esa canción. El frío comiéndose nuestras uñas moradas. Nuestra colección de boinas y la honestidad brutal de Calamaro que nos brindó banda sonora sin pedir nada a cambio.

Y recuerdo a Eusebio Poncela recién llegado de Viena, que día tras día se colaba en nuestras vidas... hasta que llegó esa película... Cuando no sabíamos que hacer, siempre nos decíamos, vamos a ver "Martín H", aunque al final siempre dejáramos de lado la pantalla. Ése se convirtió en nuestro grito de guerra. Pero que mal estandarte hicimos de él.

Sigo escuchando a Grönemeyer, suena ahora la canción... Sigo viendo "Martín H" cuando no sé, ni tengo nada mejor que hacer. Sigo pensando que hay que follarse a las mentes. Sigo queriendo que alguien me permita colarme en sus sueños aunque ya  no busque a alguien a quién contarle que aquél fue el peor de los inviernos.


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