Acabo de colgar el teléfono tras una conversación de 20 minutos con ella. Confesaré no haberle prestado atención, o al menos no demasiada. Hice las preguntas corteses; las adecuadas, indicadas y esperadas. Le dije que bien, que estaba bien. Yo siempre estoy bien. Y prometí que la semana que viene, que tengo unos días libres, sólo trabajo el lunes, para llevar la contraria a la media España que se va de puente, encontraría un hueco para vernos. Cuando le digo que este viernes no podrá ser, que estaré fuera, me pregunta por ti. Siempre lo hace, siempre encuentra un motivo o una excusa para hacerte presente y sacarte de entre las sombras donde involuntariamente habitas, que para olvidar no hay fechas. No sé qué contestarle... Que no sé nada de ti, que ni siquiera sé dónde estás ahora o con quién, si es que tienes a alguien a tu lado, alguien que te quiera como te mereces, como yo no supe hacerlo. Y no, claro que es porque no quiero, o porque me falta el interés o las ganas o me puede la apatía; me adelanto a sus palabras, inevitablemente siempre repite lo mismo. Me recuerda aquellos días en Barcelona 'borneando', el billete de ida que se quedó sin vuelta en las calles de Beacon Hill y los insufribles chilaquiles de la Casa de México. No entiendo por qué trata de brindarme motivos. Ni los necesito, ni los quiero, ni los he pedido. Los recuerdos, incluso a veces los no tan buenos, no son aristas que corten mi presente; que como decía el poeta, aunque yo quisiera contarlo como una historia triste, no es posible, porque el tiempo cicatriza con días las heridas.
¿Y dices que no te das cuenta que son cuentos cortos?
Los reunire, los publicare y me forrare.
Me gusta reconocer los sitios por los que trascurrio tu historia; evidentemente he borneado lo suficiente y he paseado como un guiri de pro por Beacon Hill y comido en dos de sus multiples restaurantes.
Y es que soy muy mía y a la vez muy del cosmos, muy de las tinajas y de los moldes de galleta, de las vainas y los pomos cromados, de la cola y el carril más lento, de embalsamadores y taxidermistas, del rincón del aburrido; soy muy de los desprendidos de la crítica, fiestas provocadas y tijeretazo en casa, del orden cosas y cosas por vicio. Soy muy de todo esto y de aún más cosas. Sólo espero que alguien me reclame... sería muy violento tener que hacerlo yo misma...
Deja tus paranoias o tus deseos, gritos al aire, diarios, confesiones, declaraciones de amor o de guerra, o simplemente tu firma, tu mensaje, tus besos, saludos o consejo, bromas o entusiasmo, reminiscencias o cañones recortados, y ya descubriremos si tenemos algo de lo que hablar...
Ser ese pincel aguado por la lluvia que esboza en cada bocanada una bahía, dos volcanes y diez maneras de decir lo que deseas. Una bandada de gaviotas. La ginebra. Las noches sin futuro. Una colección de lunas llenas. Las verbenas de barrio. Una tormenta sobre el azul inmenso del océano. Arrastrando la cobija. Tristezas a la carta por alegrías. Billie Holliday rasgando la noche. Una visita imprevista y deslenguada. Los calvos que se quitan el sombrero. Las noches "nuremberianas" al calor del Eulenspiegel repletas de ron, humo y conversaciones. Aquella voz, aquel acento."Mis" poetas: Á. González, Huidobro o Cernuda. La lluvia que parió charcos y barro. Viajar en tranvía. Volar cometas. Un par de botas sucias. El canto del urogallo. Alain Delon en "Rocco y sus hermanos". Caminar sobre hojas secas. Las tímidas que salen respondonas. Aviones que despegan. Las rosas amarillas, los lirios, las violetas. Las raras excepciones. ARJONA (con mayúsculas). Medianoche en una estación de tren. La honestidad brutal de Calamaro. Una tormenta sobre el azul inmenso del océano. Aquella buhardilla en la Peissenbergstr. Silvana Mangano en "Arroz amargo". Pisar charcos. El 14 (y la lluvia) de abril. Mi chupa de cuero. La Coca-Cola (nadie es perfecto). Besos con risas. Silvio y Ojalá como coartada. Lengua con besos. El castellano de Umbral. Esencia de playa y sal de un lugar donde habitaban las gaviotas. Pisar charcos. Un vestido y un amor. Salitre 48. EL hombre del piano. Luka, el niño del 2º piso. Compay y Celia, el son y la salsa de luto. La primera mirada por la ventana al despertarse. Las noches que sonríen en forma de luna. Estoy Bartok de todo. El olor a tiempo desgastado. Simon & Garfunkel. Waits & Cohen. Los trenes que viajan hacia el este. Rosas a Rosalía. En Lisboa, sobre lo mar. El cambio de estaciones. Dylan y su hijo Jakob. Un amanecer en la playa del Silencio. El piano ha estado bebiendo. Puentes que se cruzan en ambos sentidos. El Urriellu. Una Delirium Tremens. Las carreteras secundarias. Un otoño de párpados caídos. Los domingos al sol en el Englischer Garten. Camarón sin camisa. Frambuesas en la tarta. Las sesiones de madrugada. Las montañas mágicas de esta tierra que plantó mi corazón recibiendo el regalo de la lluvia. Chavela por Jose Alfredo. Los labios que aprovechan los rincones más olvidados, más olvidables. Veloso y su fina estampa. El miedo, el futuro incierto, el camino, la búsqueda. Je vous ai apporté des bonbons parce que les fleurs c'est périssable. Los que pudieron ser y no han querido... Dream, baby dream.
2 perdidos en el laberinto:
¿Y dices que no te das cuenta que son cuentos cortos?
Los reunire, los publicare y me forrare.
Me gusta reconocer los sitios por los que trascurrio tu historia; evidentemente he borneado lo suficiente y he paseado como un guiri de pro por Beacon Hill y comido en dos de sus multiples restaurantes.
Y las madres....
"El tiempo cicatriza con días las heridas". Qué bueno.
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