Esta mañana, mientras esperaba, yo siempre en exceso puntual, pensaba que si sumase todo el tiempo que he empleado esperando a otros que llegan tarde a la hora citada, tendría al menos para vivir en otra viva todo lo que no vivo en ésta.
Las personas en exceso puntuales, las que llegamos siempre cinco minutos antes de la hora programada a donde sea, simplemente malgastamos dando paseos arriba y abajo o mirando escaparates, los cinco minutos de más y el cuarto de hora de media de retraso de personas que puede o no que tengan una vida llena de cosas interesantes, porque lo único cierto es que la impuntualidad las más de las veces lo que demuestra es desidia, ausencia de respeto por la persona que te estaba esperando o que te has quedado media hora más en la cama durmiendo y apagando el despertador.
Y es que soy muy mía y a la vez muy del cosmos, muy de las tinajas y de los moldes de galleta, de las vainas y los pomos cromados, de la cola y el carril más lento, de embalsamadores y taxidermistas, del rincón del aburrido; soy muy de los desprendidos de la crítica, fiestas provocadas y tijeretazo en casa, del orden cosas y cosas por vicio. Soy muy de todo esto y de aún más cosas. Sólo espero que alguien me reclame... sería muy violento tener que hacerlo yo misma...
Deja tus paranoias o tus deseos, gritos al aire, diarios, confesiones, declaraciones de amor o de guerra, o simplemente tu firma, tu mensaje, tus besos, saludos o consejo, bromas o entusiasmo, reminiscencias o cañones recortados, y ya descubriremos si tenemos algo de lo que hablar...
Ser ese pincel aguado por la lluvia que esboza en cada bocanada una bahía, dos volcanes y diez maneras de decir lo que deseas. Una bandada de gaviotas. La ginebra. Las noches sin futuro. Una colección de lunas llenas. Las verbenas de barrio. Una tormenta sobre el azul inmenso del océano. Arrastrando la cobija. Tristezas a la carta por alegrías. Billie Holliday rasgando la noche. Una visita imprevista y deslenguada. Los calvos que se quitan el sombrero. Las noches "nuremberianas" al calor del Eulenspiegel repletas de ron, humo y conversaciones. Aquella voz, aquel acento."Mis" poetas: Á. González, Huidobro o Cernuda. La lluvia que parió charcos y barro. Viajar en tranvía. Volar cometas. Un par de botas sucias. El canto del urogallo. Alain Delon en "Rocco y sus hermanos". Caminar sobre hojas secas. Las tímidas que salen respondonas. Aviones que despegan. Las rosas amarillas, los lirios, las violetas. Las raras excepciones. ARJONA (con mayúsculas). Medianoche en una estación de tren. La honestidad brutal de Calamaro. Una tormenta sobre el azul inmenso del océano. Aquella buhardilla en la Peissenbergstr. Silvana Mangano en "Arroz amargo". Pisar charcos. El 14 (y la lluvia) de abril. Mi chupa de cuero. La Coca-Cola (nadie es perfecto). Besos con risas. Silvio y Ojalá como coartada. Lengua con besos. El castellano de Umbral. Esencia de playa y sal de un lugar donde habitaban las gaviotas. Pisar charcos. Un vestido y un amor. Salitre 48. EL hombre del piano. Luka, el niño del 2º piso. Compay y Celia, el son y la salsa de luto. La primera mirada por la ventana al despertarse. Las noches que sonríen en forma de luna. Estoy Bartok de todo. El olor a tiempo desgastado. Simon & Garfunkel. Waits & Cohen. Los trenes que viajan hacia el este. Rosas a Rosalía. En Lisboa, sobre lo mar. El cambio de estaciones. Dylan y su hijo Jakob. Un amanecer en la playa del Silencio. El piano ha estado bebiendo. Puentes que se cruzan en ambos sentidos. El Urriellu. Una Delirium Tremens. Las carreteras secundarias. Un otoño de párpados caídos. Los domingos al sol en el Englischer Garten. Camarón sin camisa. Frambuesas en la tarta. Las sesiones de madrugada. Las montañas mágicas de esta tierra que plantó mi corazón recibiendo el regalo de la lluvia. Chavela por Jose Alfredo. Los labios que aprovechan los rincones más olvidados, más olvidables. Veloso y su fina estampa. El miedo, el futuro incierto, el camino, la búsqueda. Je vous ai apporté des bonbons parce que les fleurs c'est périssable. Los que pudieron ser y no han querido... Dream, baby dream.
8 perdidos en el laberinto:
Creo que ese pensamiento lo he tenido yo también alguna vez... odio esperar a los demás!
saludos! =)
Nunca lo había visto así, pero si aplico tú regla de tres, viviré seguro más que en esta.
Saludos...
el tiempo se va, y el amor también... pero ella se queda!!!
Pues ahora haga la cuenta a la inversa, mire cuantas vidas le sobran a esos que llegan tarde.
quizas sea eso Dr Espinosa, los que no tenemos vida, la gastamos esperando a los que la tienen llenas de cosas interesantes.
Las personas en exceso puntuales, las que llegamos siempre cinco minutos antes de la hora programada a donde sea, simplemente malgastamos dando paseos arriba y abajo o mirando escaparates, los cinco minutos de más y el cuarto de hora de media de retraso de personas que puede o no que tengan una vida llena de cosas interesantes, porque lo único cierto es que la impuntualidad las más de las veces lo que demuestra es desidia, ausencia de respeto por la persona que te estaba esperando o que te has quedado media hora más en la cama durmiendo y apagando el despertador.
Me encanto! y la foto es hermosa
saludos.
Soy una persona que me molesta muchísimo esperar, me agota y lora dañarme el día completo y por consiguiente tampoco hago esperar a nadie.
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