lunes, enero 10, 2011

Me habitué al miedo. Me vestí con él y con él me acosté todas las noches. Ahora está tan dentro, parte esencial de mí, que no consigo liberarme de él.




"Pa otros l’aventura, los viaxes, l’anchor
del océano, Roma ardiendo y les pirámides,
les selves inomables, la lluz de los desiertos,
los templos y el rostru de la diosa. Pa ellos
rascacielos y ciudaes, palacios del suañu
contra’l tiempu, la sorrisa de Buda, les torres
de Babel, los acueductos, la industria incesante
del home y los sos afanes.

A min dexáime la solombra difusa del carbayu,
la lluz dalgunos díes de seronda, la música callada
de la nieve, el so cayer incesante na memoria,
dexáime les zreces na boca cuando nena, la voz
de los amigos, la voz del ríu y esta casa, dalgunos llibros,
pocos, la mio mano dibuxando, a modo, la curvatura
perfecta del to llombu".


Berta Piñán



El día no ha podido empezar peor. Levantándome tarde, cinco minutos de más que al final se convirtieron en tres cuartos de hora. El desayuno, me he propuesto desayunar, yo, que nunca desayuno, apurado y de pie. Salir a la calle con el pelo mojado tras quedar atrapada en el ascensor, sangrando por la nariz y con una cita en el dentista esta tarde. La tranquilidad laboral perdida, hoy regresa todo el mundo de las vacaciones y llega la segunda pregunta más temida del año tras el “¿qué vas a hacer en Nochevieja?”, y es, obvio, “¿qué te han traído los Reyes?”. Decir que una es republicana y que no hace tratos con la monarquía no siempre cuela. Esos pendientes, ‘maravillisosímos’ y vintage recibidos a destiempo no cuentan; tan ‘maravillisosímos’ y tan vintage, por cierto, que no sé si tendré ocasión alguna de lucirlos. Y el libro dedicado de Cortázar, colocado sobre la almohada con premeditación y alevosía, ni modo, eso no fue un regalo de Reyes Magos, eso fue una declaración de intenciones.

En resumen, me duele la cabeza. A mí, que nunca me duele la cabeza. Aunque debemos andar en torno a los 25 grados en este inteligente edificio donde no hay ventana alguna que pueda ser abierta. Y digo yo, que en semejantes circunstancias sólo me duela la cabeza es poca cosa. El curso que tenía para mañana y en el que tenía puesto grandes esperanzas y una gran dosis de interés ha sido cancelado. Ayer, día de tiendas abiertas, fui a las rebajas, ilusa de mí, como si no supiera que en rebajas lo que a mí me gusta siempre pertenece a ese rinconcito ordenado bajo el cartelito de “Nueva temporada”. Tengo dos emails, dos destinatarios distintos, pendientes de una respuesta que no sé como afrontar, yo, la valiente, la que siempre tiene palabras y respuestas y oportunidad para todo. Pero es que sólo me apetece escribirte a ti, y sólo me apetece escribir de ti aunque no sepa por dónde empezar y por eso nunca lo haga.

Y esto también es una declaración de intenciones...








P.D. Sylvia Sydney

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