Todo es mentira en las películas... aunque yo siempre me lo crea y quiera que mi vida sea una de ellas
No me gusta la gente que siempre es amable y tiene una sonrisa en los labios, que se diría ocultan un as en la manga y parecen caer bien a todo el mundo. Creo que esa actitud tiene que ser calculada, fingida, buscada e impostada. Desconfío de la gente que a todo tiene que sacarle punta, que a todo le encuentra la gracia, y de la que se ríe de los chistes ajenos aunque a leguas se vea que no le hacen ni la más mínima gracia. Y con lo que a mí me gusta reírme. Bueno, en realidad me gustan muchas otras cosas...
Uno puede pisar un charco y echarse a reír, incluso tropezar y bajar unas escaleras a trompicones y acabar estampada contra el suelo, los papeles volando hasta el menos 3... y echarse a reír. Yo misma, esta mañana, entre los gritos de P.: "Ay, por Dios, Dae, que te escoñas". Y claro, fue escuchar eso de "te escoñas" y no poder parar de reír. Por si les interesa, estoy bien, algo magullada y avergonzada, todo hay que decirlo; pero una no puede escoñarse y no reírse. Que al fin y al cabo si no lo haces tú, otros lo harán por ti.
Me venía bien echarme unas risas, aunque fueran a mi costa. Quiero reírme, de esas veces en las que no puedes parar, que encadenas unas risas con otras. Y aunque últimamente he sonreído bastante, casi tantas como llorado, hace demasiado tiempo que no me río, de veras, con ganas, aunque no tenga demasiado sentido, aunque no tenga motivos... tengo que encontrarlos y supongo que antes, obvio, buscarlos.
Cuando me río soy otra, probablemente si estuviera frente a un espejo no me reconocería. Y al contrario de lo que dicen muchos, que la risa sienta bien, no estoy más guapa (suponiendo que lo fuera... guapa, digo). Veo mis fotos en las que salgo riendo y no me gustan, no me reconozco, no soy yo.
Ahora, por ejemplo, en lugar de estar concentrada en la pantalla debería estar riéndome a mandíbula batiente con el último chiste que circula y en este preciso instante un compañero está escenificando con todo lujo de detalles. Entenderán que se lo ahorre, va de mujeres y sus atributos. Culo, tetas y ¡ay. Omá, qué rica! Se agradecería que un día de estos, una de dos, o cambiaran de repertorio o se acabasen los chistes.
Bien, vale, a lo mejor es que soy una hipócrita. No soporto los chistes con alusiones racistas, escatológicas y sexuales. Y no, no soy racista, o eso creo. Las visicitudes intestinales ajenas deberían sufrirse en silencio y sobre sexo, qué decir, que es estupendo hablar sobre él, pero como seres adultos, no en plan post-adolescentes en plena efeverscencia hormonal. Pero lo segundo mola y lo primero asusta, parece. Que es como reírse de los chistes malos, uno se ríe aunque no tengas ganas y menos gracia te hace; y uno bromea y hace alusiones más o menos explícitas y siempre graciosas, o eso se pretende, de su vida sexual, aunque el único polvo que conozca sea el que se acumula sobre la mesilla de noche. Pero mis favoritos y aclaro, modo generalización-meter-a-todos-los-tíos-en-el-mismo-saco-y-todos-los-romanos-son-iguales on, son aquellos que te abren la puerta, autoinvitan a su lengua a darse un paseo por tus amígdalas y no dejan de quejarse de que ellos sigan siendo los que tienen que tomar la iniciativa. Curiosa expresión que nunca he acabado de llegar a entender del todo, porque siempre que he llevado a cabo lo que yo entiendo por eso, me he visto envuelta en una película que podríamos titular "El cazador cazado", donde a la manera de Bette Davis en "Qué fue de Baby Jane" me quedo de protagonista absoluta, y claro, sin tener a una Joan Crawford al lado para que me conceda la réplica. A lo mejor es que la noche me confunde... sí, va a ser eso.
P.D. Janet Margolin
[No viene a cuento... pero no es justo para los que vivimos en provincias que un concierto sea un miércoles y en la capital]
3 perdidos en el laberinto:
Y menos que cueste un riñón. Vale. Yo soy una de esas personas que no soportas, por lo menos laboralmente hablando, mi máscara favorita, pero es la única manera que encuentro de protegerme, la verdad. También me encanta reír. Es una de las cosas que más me gustan, aunque se me desfigure la cara, cierre más un ojo que el otro y se me escape la papada. Tengo un truco, me tumbo boca arriba, me aprieto la tripa, y ya no puedo parar. Mi terapia.
Yo soy otra de las que no soportas, me temo.
Me gusta guardarme (aunque no lo parezca, dado el ejecicio de exhibicionismo que perpetro en mi casa) y no hay nada mejor que una suave sonrisa, acompañada a veces de una mirada ´nomeenterodenáperoquericoeresmon@´ para desarmar al adversario.
No, no os soporto, y sabéis por qué... porque os envidio. Yo no soy capaz, me gustaría... pero no me contengo.
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