jueves, septiembre 09, 2010

Derrotas



Ayer se cumplían exactamente ocho meses desde que vivo en mi nuevo piso. Ocho meses desde que habito unas paredes cien por cien de mi propiedad obviando al banco y a la hipoteca. Un espacio que no tengo que compartir con nadie, donde no tengo que hacer cola para entrar al baño ni jurar en arameo porque alguien me ha comido mis yogures o usado mi taza favorita. Donde no me despiertan los jadeos ajenos de la habitación de al lado, los portazos y las risas alcoholizadas en plena madrugada o la retransmisión radiofónica de los San Fermines la primera semana de julio en torno a las ocho de la mañana (una vez tuve una compañera de piso que ni era de Pamplona, ni le gustaban los toros, ni había estado nunca en plenos San Fermines, pero, ay, pobre de mí, se levantaba día tras día con los encierros en la radio a todo volumen).

Sí, ya llevo ocho meses aquí, en una ciudad que no es la mía y de la que dudo seriamente que algún día llegue a serlo. Echando de menos otras ciudades, deseando volver a aquellas en las que nunca he estado; sintiéndome cada día que pasa más extraña, después de tantos años de visitas y paseos sigue habiendo barrios, calles, que no conozco... sigo conservando intacta la capacidad para perderme por el casco antiguo (mi sentido de la orientación siempre ha sido nulo) pese a que tan sólo son cuatro calles mal contadas y algún que otro turista despistado preguntando dónde está Williams Arrensberg, el culo de Úrculo o la gafas de Woody. Sigo añorando Gijón, el mar, el bullicio de las calles los domingos, su adorable fealdad, las noches perdidas, el gris de sus barrios y el horizonte.

Me pregunta alguien, un tipo despistado que ha tenido la incierta suerte de tropezarse conmigo: "¿dónde paras?". Entiendo que me pregunta qué bares habito, qué barras me acogen... no sé qué contestarle, hace demasiado tiempo que no nos vemos en los bares. Probablemente hace al menos diez años que no piso las calles de Oviedo más allá de medianoche y de los bares de entonces, que nunca estuvieron de moda, en el transcurso de otras vidas, puede que no quede ninguno, nunca fueron muy recomendables... Nunca me ha gustado beber sola.

No, ahora no trasnocho y apenas voy a conciertos. ¿Ya les he hablado del estupendo cartel musical con el que que nos obsequiará el excelentísimo ayuntamiento la próxima semana? He cambiado el humo por conversaciones y la cerveza por las tazas de chocolate en esas cafeterías de barrio alto, hábitat natural de los collares de perlas, los visones y la ropa de entretiempo. Me fascinan sus manteles blancos, las charlas circundantes y las caras con las que las señoras de bien miran a esa chica alta tan rara que en una mesa de esquina y mientras revuelve el chocolate lee sentada a solas. Y me recuerdan tanto a esos cafés de Centroeuropa con sus impecables ancianitas vestidas de domingo, sus sombreritos, guantes blancos y colores pastel, sus improbables bicicletas. Aunque aquí haya pasteles (nada tienen que envidiar los milhojas en todo caso), allá Sacher y Schwarzwälder Torten, Krapfen y Apfelstrudel mit Vanillesosse.

He cambiado de hábitos, de horarios, de costumbres y hasta de compañía hasta quedarme a solas. La última vez que amanecí a las nueve de la mañana en un bar estaba sobria. Sal despedía su vida de soltera por haber encontrado la hombre de su vida (o eso creía ella, aunque a día de hoy siga creyéndolo y siga estando soltera), aunque festejáramos ella y yo a solas y en la compañía no precisamente de ese hombre. Aquella madrugada con vistas al Cantábrico supe que sería la última. No he vuelto a esos bares. Ahora duermo en el lado derecho de mi cama, me levanto cuando suena el despertador y si hay cervezas en la nevera siempre son para los otros, para las eventuales visitas; al igual que esa botella de ron que trajo quién ya no recuerdo para emborracharse a mi salud (a mí ni siquiera me gusta el ron) y que ahí sigue, esperando que otro brinde por mí.


3 perdidos en el laberinto:

Mrs. Cold dijo...

Cambios y más cambios.
Este año, yo también viviré unos cuantos cambios. Me voy de casa, si se puede decir así. Me voy a la universidad y viviré en un piso allí. Haber que tal se me da y a haber como me defiendo.

me gustó tu blog.. tu manera de contar las cosas. Te sigo.

besos helados.

Daeddalus dijo...

Vas a iniciar la mayor aventura de tu vida, eso no lo dudes.

guille dijo...

Aqui los explendidos Burning.

Tienes una manera calida y facil de trasmitir lo que pasa, donde y porque.

Las ciudades que se añoran cuando la que habitamos no nos da lo que deseamos.
Los cambios de vida (de horarios y costumbres) para epocas diferentes.

La genialidad de ser dueños de nuestro espacio y nuestro tiempo aunque uno sea escaso y el otro quisieramos, a veces, ocuparlo mejor, mas acompañados.

Esta noche, madrugada ya para ti, brindare por Dae con un maravilloso Chablis frio.

Related Posts with Thumbnails