Coordenadas
Me pregunta M. por mis planes. Para este verano, para el futuro, para el próximo fin de semana... Sé que su interés no es fingido, pero también sé que sólo es enlace para que yo le pregunte por los suyos, así que le cedo la palabra, tú primero, y así nos llega el reclamo para la cena sin que yo haya tenido que esforzarme en inventarme planes inexistentes. Cuando se tiene un expediente impecable a punto de abandonar el Gymnasium, se hablan cinco idiomas, se tiene una novia con nombre de hija del Rey Lear ("¿y tú cómo lo has sabido?... todo está en los libros, cariño"), becas en universidades de la costa este, vacaciones a mil kilómetros de casa y la publicación de un libro con apenas 17 años y absolutamente toda la vida por delante, una soleada tarde amparado a la sombra de un sauce nunca es suficiente para enumerar todos sus sueños.
Por mi parte sigo pensando y tratando de averiguar cuáles son los míos. Al margen de los evidentes, ¿ser feliz?, ¿no estar triste?, no tengo claro que venga a ser lo mismo. ¿Pedir cita de una p* vez en el dentista?, ¿enamorarme?, ¿dedicarme a la búsqueda de piso en serio?...
Eso va a ser, mi aburguesamiento está cerrando el círculo, mis planes más inmediatos para este verano y una vez descartado el ponerme morena (y que me crezca el pelo) son enamorarme (aunque sea sin ser correspondida) y encontrar una casa decente ajustada a mi presupuesto, que será lo que el banco disponga (que utopía).
Estoy cansada de compartir piso o de vivir de prestado, de tener que desplazarme durante una hora para llegar el trabajo y de madrugones y trenes llenos de gente a las seis y media de la mañana (ingenua de mí, yo pensé que en este país la gente no madrugaba).
A Dios pongo por testigo que llegaré a septiembre hipotecada (y enamorada). Aunque mi experiencia hasta el momento en materia de vivienda me remita a la que tengo con los hombres ("querida, te quedarás sola, porque lo que tú exiges simplemente no existe") lo que me puedo permitir no me gusta y lo que me gusta no puedo permitírmelo.
4 perdidos en el laberinto:
Buena cancion del guitarra de springsteen¡¡¡
tremendo blog
me molo el titulo, de donde lo sacaste
Descubri tu blog por casualidad, si quieres pasarte por el mio a escuchar mi programa de radio te estare agradecido:
republica libertaria de las tortugas
Dios...estaba pensando si hipotecada y enamorada no serán en algún nivel, lo mismo! Mmm...Ves? pensando así, cómo voy a hipotecarme? Y cómo voy a enamorarme!? ufff...
Vale, vuelvo a ti, deacuerdo, firmo tu trato con el destino y apuesto todo a una a que sí lo consigues.
Y la parte que no me gusta, o la que al menos quiero que nunca sea cierta, en tu vida ni en la mía: "lo que me gusta no puedo permitírmelo"
Dime que es mentira
La gran Bette Davis, ésa que siempre exigía una escena en la que tuviera que bajar unas escaleras (nadie lo hacía como ella), lo dijo en una película, "The cabin in the cotton·" La frase origibal es algo así como: me gustaría besarte, pero acabo de lavarme el pelo. Yo la modifiqué a mi antojo. Lo poco que sé yo lo he aprendido en el cine.
Y sí, hermosa canción la del bueno de Nils Lofgren.
De acuerdo, yo te digo que es mentira y tú me prometes creer en los imposibles, que todo nos está permitido, que no hay límites ni barreras para nuestro sueños y que aunque algo haya que no esté a nuestro alcance bastará con estirar nuestra mano para alcanzarlo.
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