sábado, julio 07, 2007

Y tú, ¿cuál elegirías?




Mañana laboral especialmente ociosa la de hoy. Rencillas varias entre los colegas, el tema estrella es la rebelión de las limpiadoras que se niegan a limpiar no se qué (una vez más y ya he perdido la cuenta de sus medio huelgas); fútbol, ¿aguantará el Madrí como líder hasta el final?; política, elecciones municipales y autonómicas, la nueva mayoría de GaVino, pese a que todos aseguran no votarle, y mi tremenda alegría por enviar al paro a mi querido alcalde (en funciones y en breve ex), aunque no pueda demostrarla delante de mi jefe, exconcejal y mentor del por entonces, hace 12 años, vendedor de seguros y actual, 12 años después, regidor de mi ayuntamiento y presidente de no se qué asociación de concejos. Agotados pues los temas de rigor llegamos a algo más interesante, del que obviamente todas mis colegas se retiran excepto la Viudita alegre, muy puesta ella en literaturas varias. ¿Cuál es el mejor inicio de un libro que hayamos leído nunca? Ella se lo tiene que pensar, a mí de inmediato me vienen dos textos a la memoria, y si quieres te lo recito en inglés (teníamos al Drexler de fondo), no sabría cuál elegir, me quedo con los dos.



Obvio que uno serían las frases iniciales de Diablo guardián de Xavier Velasco:

"Ave María Purísima: me acuso de ser yo por todas partes. O sea de querer siempre ser otra. Y hasta peor: conseguirlo, ¿ajá? Me acuso de bitchear, witchear y rascuachear, de ser barata como vino en tetrapak, y al mismo tiempo cara, como cualquier coatlicue traicionera. Me acuso de haber robado, no una ni dos veces sino a toda hora y en todo lugar, como chingado pacman cocainómano. Me acuso de acusar al confesor por mis pecados, y de haberlo nombrado Demonio de Mi Guarda sin siquiera explicarle la clase de alimaña que estaba contrayendo. Porque a mujeres como yo no las conoces; las contraes. Como los matrimonios y las enfermedades y las deudas. Ay, mi Diablo Guardián: Dios te lo pague. " [...]



E igualmente obvio:



"No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados". [...]



No creo que necesite presentación.

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