martes, mayo 17, 2011

Perdona si te llamo amor



Antes sólo había bragas de dos colores, dice a modo de resumen él, que tiene nombre, en realidad apellido, pero es por el que siempre responde, de ciudad del sur de España. Que todo era más fácil, más simple. Los papeles estaban repartidos. La mujer representaba siempre el "no", el hombre siempre la "disponibilidad". El blanco y el negro, Los papeles repartidos. Arriba las mujeres, pa`que se cansen ellas.

Pero Eme asegura que no sabría manejarse en esos tiempos, en los que según ella el verbo "conformar" se conjugaba en presente de subjuntivo y futuro de indicativo. Aunque tampoco sepa manejarse en estos, aunque haya cumplido los treinta y tantos y encadene una larga lista de ligues, amantes, novios y hasta parejas formales de convivencia indefinida y un anillo de compromiso que nunca devolvió. De hechó llegó a pedir cita previa en Covadonga Plaza, gurú de todas las novias que en Asturias son y han sido; pese a mi insistencia por Helena Mareque.

Ahora ha conocido de nuevo a alguien. El domingo, de casualidad, como quien no quiere la cosa. Mientras yo me vestía de rojo y me subía a los zapatos más altos que he lucido nunca (la dependienta de esos grandes almacenes a los que la estación del año de turno siempre llega antes me preguntaba cómo era posible caminar con semejantes andamios) y dos personas distintas, a las que no conozco, de distinto sexo y diferente edad, en diferente ubicación, parece ser, opinaban que estaba guapísima. Yo, que no Eme, que siempre está guapísima, porque entre otras cosas lo es. Yo sólo a ratos lo parezco.

Pues Eme ha conocido a un nuevo chico. Un divorciado sin hijos, de cuarenta y pocos, parece que aparente, divertido, educado, con posibles y un largo etcétera que detalla emocionada al teléfono. Y es estupendo, claro. Porque el flechazo ha sido mutuo, la química bidireccional, las ganas de volver a verse mutuas... aparentemente. Pero, siempre hay un pero, él no ha vuelto a dar señales de vida desde el domingo a eso de las seis cuando se despidieron delante del taxista que la llevaría a casa y tras pasados apenas diez minutos ella le envió un SMS para decirle lo bien que se lo había pasado, las ganas de repetir, de volver a verle y todo eso que parece ronda por la cabeza después de una cita dizque perfecta, o casi. Me lee la respuesta un tanto lacónica de él, que viene a ser algo así como "yo también", y a ella, claro, como buena mujer insegura sin motivos para inseguridades le entra la duda y saca el calendario y cronometra los tiempos y se come las ganas de llamarle para hablar con él, o de enviarle de nuevo un mensaje para comunicarse y ni mucho menos escribirle un largo email para contarle como se habían cumplido sus expectativas. Porque tal vez es demasiado pronto, no vaya a agobiarse, no vaya a proponerle algo así como volver a verse el próximo fin de semana y vaya a pensar que está sola y desesperada y sin ningún otro plan más que quedar con él. No, mejor esperar al jueves para proponerlo, como quien no quiere la cosa. No, mejor esperar a que sea él quien la busque, no vaya a dar la impresión errónea, no vaya a pensarse que ya ha caído rendidamente enamorada a sus pies. Mejor que demostrar el interés que siente es fingir el desinterés que no siente... Y yo pienso que debí perderme el día de clase en el que las monjas explicaron el manual de comportamiento para las cenicientas modernas, tal vez estaba en la cama con escarlatina leyendo "Mujercitas", tal vez mi vida sentimental siempre haya sido un desastre por decir siempre lo que pienso-siento-quiero a las primeras de cambio. Tal vez porque siempre he pensado que si alguien se para a tu lado es exactamente porque quiere, y si alguien se queda a tu lado es exactamente porque lo quiere aún más, por mucho que tú taches con cruces en rojo los días en el calendario.

La política no es aburrida. Los políticos son los aburridos.Y lo que puede pasar el domingo 22 aquí, en esta Asturias nuestra, va a ser aún más divertido.


No voy a hablar de mis inclinaciones políticas, que tenerlas, las tengo; entre otras cosas porque no interesan a nadie y en todo caso es complicado que se ajusten a unas siglas en concreto. Creo que nunca he votado a un mismo partido en dos legislaturas seguidas, y generalmente mi voto autonómico, estatal y local nunca coincide, pasando de un extremo a otro, siempre fiel a mi cita con las urnas, aunque mi voto vaya a ir en blanco.

Se supone que Asturias tradicionalmente es un feudo socialista, aunque las apariencias a veces engañan y por ejemplo en Oviedo tenemos un alcalde popular que encadena legislaturas y mayorías absolutas, el insigne Don GaVino. Más por (de)méritos de una ¿oposición? ineficaz que por los suyos propios. Y en todo caso si se analizan los resultados electorales de las últimas elecciones, la diferencia entre los dos grandes partidos fue, si no recuerdo mal, de uno o dos diputados. Y sin tener en cuenta al voto emigrante, que en una región como esta supone unos cuantos miles de votos y tiene su incidencia (generalmente escorado a la izquierda), tal vez aún estarían más igualados. Porque esa es otra historia que por mucho que lo intente sigo sin entender del todo. ¿Por qué tiene que votar a la presidencia de una comunidad autónoma alguien que en el mejor de los casos es hijo de o nieto de y jamás ha pisado Asturias y cuya única vinculación es formar parte de la banda de gaitas del Centro Asturiano de Buenos Aires, Valparaíso o Salinas?

Entiendo que la tentación de quedarse en casa o dedicar la tarde o la mañana de un soleado domingo de mayo a cualquier otra actividad que eluda el acercarse a su colegio electoral es más que tentador con la que esté cayendo. Y no, no es mi intención adoctrinar a nadie no ya con el sentido del voto, pero no olvidemos que la grandeza de la democracia (a pesar de sus muchas miserias) es precisamente ésa, que nosotros elegimos a quienes presuntamente nos van a (des)gobernar.

Aunque entre las opciones a elegir esté el imputado Sr. Camps, o la desfachatez de Ana Rosa, Migoya, que no Quintana, no tenga límites; por vez primera la incertidumbre planea sobre la calle Suárez de la Riva (sede de la Presidencia autonómica), y eso señores, no tiene precio... que se lo tengamos que ¿agradecer? a Álvarez Cascos, como que tampoco. 


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