viernes, julio 27, 2007

Noches de mensajes incendiarios


A veces... de cuando en cuando... estas últimas noches... hago creer que creo lo que me dicen...

Método para aplacar tu ausencia




"A veces, cuando me aburro, pienso en maneras de morirme. Bueno, no necesariamente cuando me aburro. Esas ideas me vienen a veces. No es pensar en la muerte, sino en maneras concretas de morirse:

Voy por un supermercado lleno de gente, un viernes por la tarde, empujando el carrito y me viene el flash. ¿Y si me desplomo aquí mismo entre toda esta marabunta de compradores y me muero? Intento imaginar lo que haría esa chica de ahí delante; aquella mujer gorda de ahí detrás; el hombre ese calvo y con gafas que examina ahora mismo un tarro de mermelada alzándolo hacia la luz; y los niños... ¿cómo reaccionarían los niños? Pensarían que era una broma, supongo.

Hay tantas maneras de morirse... Están las de siempre: cáncer, infarto, pancreatitis, apéndice rupturado, embolismo pulmonar. Y las de origen traumatológico: accidentes de coche, despeñamientos, caídas del balcón mientras tiendes la ropa, o a causa de una tremenda borrachera, o cortado en pedazos por una máquina de segar, o tragarse un hueso de pollo y asfixiarse, o una herida mal curada, o un berrinche que te hace estallar una vena o te abre definitivamente la úlcera.

Todos nos vamos a morir. ¿Cuándo llegará el temido momento? No lo sé. Podría ocurrir aquí mismo mientras escribo, o encendiendo una mañana un cigarrillo y abriendo las venecianas para que entre la luz del sol. Me quedaría tirado probablemente en medio del suelo. Un hilillo de saliva, tal vez, colgándome de la comisura de la boca. Y la colilla, humeando en la alfombra, creando un círculo negro y chamuscado a su alrededor."


de Roger Wolfe

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