sábado, diciembre 11, 2010

Todo el mundo sabe que Bruce hubiese conducido toda la noche tan sólo para comprarle unos zapatos (II)

Estaba revisando la chorrada que escribí antes, aunque en realidad no lo sea, y sí, conduciría toda la noche para verte, y te buscaría y te desafiaría... Pero es que me había sentado frente a la pantalla con ganas de desahogarme y llorar un rato, al menos en sentido metafórico, y sonaba el "Drive all night" y sonó el teléfono y acabé disculpándome una vez más y sintiendo no sentir y se me fueron las ideas a habitar el olvido y sólo pensé que tendría entonces que haber desplegado un mapa ante mí y calcular hasta donde me llevarían 250 km en línea recta por la autovía, y marcar un punto, una gasolinera, una vía de servicio, en medio de ningún lado, en la madrugada de un día laborable... Aunque al final tan sólo se trate de evitar caer en el tremendo error de la nostalgia por lo que nunca jamás ocurrió... y porque querría salir ahí y encontrarme con cualquiera a quién no le importara mi nombre, ni quién soy o hacia dónde me dirijo, alguien que no me contase su vida, ni me hiciese preguntas y me llevase a su casa al filo de la madrugada tras muchos tequilas y un par de cervezas entre frases incoherentes y risas incontroladas. Porque esta noche no querría ser yo, pero querría follar como si lo fuera.

Todo el mundo sabe que Bruce hubiese conducido toda la noche tan sólo para comprarle unos zapatos





Y yo podría conducir toda la noche para encontrarme contigo si me esperaras en algún lugar...

Aunque por momentos se me olvide que eso no va a suceder nunca más, que no va a haber un primer cruce a medio camino entre tu casa y la mía. 






P.D. Richard Burton

Pepe Risi, que estés en los cielos, hace mucho que se lo preguntaba... ¿a quién voy a cazar?



Anoche me la pasé viendo cinco capítulos seguidos de la quinta temporada de Dexter, creo que Quinn comienza a gustarme. He perdido mi escaso sentido del humor, la única conversación que he mantenido hoy con un ser humano adulto versaba sobre recetas de cocina para ollas programables y mi sonrisa está enterrada bajo el nuevo felpudo que he colocado a la entrada; la conversación con el chino de la tienda de chinos de la esquina no cuenta como conversación adulta. ¿Puedo ayudalte? Sí, por favor, ¿tienen felpudos?. Sí, sígueme, aquí... Son cuatlo eulos con cincuenta céntimos. Gracias. Glacias. Hasta luego. Hasta luego... He estado en el centro de salud, esperando tres cuartos de hora a que llegara mi turno y como éste no llegaba me he levantado y me he ido a desayunar un croissant con mermelada de naranja amarga. Me ha llamado mi madre para preguntarme qué me había dicho el médico (esto tampoco cuenta como conversación entre adultos) y le he dicho que me ha recetado no sé qué que no pienso tomar, y oye tú, me he quedado tan a gusto con la mentira, al fin y al cabo yo nunca tomo lo que me receta el médico... bueno, bien, vale, nunca estoy enferma, o casi... By the way, dile al mariachi que agarre por su cuenta la parranda... 





P.D. Joan Blondell

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