jueves, septiembre 13, 2007

Cuando mi corazón deja de existir


Este jueves, casi viernes ya, luminoso y ácrata, me ha llegado por sorpresa.

Luz, silencio y sumisión. Tantas cosas por decir y tan pocas por callar que aún no comprendo por qué no tenemos (o queremos) nada que decir (nos).

Suena Emmylou Harris (la gran dama de la música vaquera, que diría el malogrado Enrique “Los Secretos” Urquijo) cantando por Cohen esa canción que escuchaba hasta la saciedad en los interminables trayectos en tranvía durante aquel otoño en el que como náufragos nos asíamos a la inocencia ya perdida y nunca recuperada.

Espejos, hueso, cenizas y dulces mentiras entre veladas verdades, de ésas que uno nunca dice porque la verdad, tantas veces, no es más que una mentira.

Y luego dicen (otros) que la vida es puro teatro.



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