sábado, octubre 23, 2010

Hago chas y aparezco a tu lado (II)






Una vez lo hice, pasar lista... al hilo de lo anterior. Aquí, por si a alguien le interesa: http://daeddalus.blogspot.com/2009/04/is-there-anybody-alive-outhere.html, y confesaré, ahora puedo decirlo, que me hizo mucha ilusión que se levantara la mano y se dijera presente.

No pretendía eso ayer. De hecho me planteé la posibilidad de no habilitar los comentarios para esa entrada en concreto, pero eso sería la segunda vez y no creo que las excepciones deban tomarse tan a la ligera. No quería recolectar un puñado de halagos, sin duda inmerecidos y agradecidos. Ni que nadie me dijera que no me fuera. Gracias en todo caso, y gracias a quién tendió su caña de pescar por si acaso "desaparecía". Pero no, en este caso el victimismo pretendía quedarse a un lado. Sólo era una reflexión en voz alta.

Nunca pretendí que esto se convirtiera en un medio para conocer gente, porque entre otras cosas partía de que el anonimato era irrenunciable, y vayan ustedes a saber dónde se habrá quedado. Pero a veces es inevitable acabar dando ese paso. Bueno, inevitable tampoco, que si algo se quiere evitar, se evita; pero supongo que es casi consecuencia natural que al ir tendiendo puentes algunos se vayan cruzando, las más de las veces por un cúmulo de casualidades que por premeditación o alevosía.

La gente que me conoce realmente y lee esto, supongo que lo hace desde la distancia y el pudor. No es lo mismo ser sólo un personaje que se intuye o adivina, que una persona de carne y hueso, que es mucho más que un puñado de vocales, consonantes y signos de puntuación. No es lo mismo quedar un día para compartir un café porque se comparte ciudad, intereses o circunstancias. C
uriosidad simplemente la mayoría de las veces y un nada que perder; que construirse un extraño o extraña a medida. Porque en el primer caso el personaje queda fuera, aparcado en una pantalla; en el segundo el personaje es el protagonista absoluto de la función.

Y sobre eso último es sobre lo que yo reflexionaba ayer, aunque después, como tantas veces que quiero hablar de una cosa, acabara hablando de otra. La extraña sensación de no saber lo que ustedes se imaginan que soy, en el caso de que se les pase por la imaginación tal cosa.

Bromeaba con alguien hace unos días y decía que esto del blog no era un buen invento para ligar. Y no, no es que yo lo tuviera como la finalidad de escribir aquí. Nada más lejos de mi intención, que de tenerla, como es obvio, trataría de "venderme" enseñando mi mejor lado, que aunque chiquito, está ahí. Esta persona me repetía que era tan simple como que yo podía llegar a "asustar", un poco o un mucho; que era, digamos, "intensa" en algunos aspectos, tal vez demasiado. Y supongo que puede ser cierto, no sé, tampoco es ésa mi intención; ni ligar, ni parecer "intensa", ni mucho menos asustar. Pero especialmente, de lo que más lejos querría estar es de la posibilidad de decepcionar. De no ser lo que alguien espera o se imagina. De que el paso de ficción a realidad, aunque no haya nada de lo primero aquí, sea un rotundo fracaso.




[Sigue sonando Lucinda... me he hecho un mix con "Metal firecracker" y "Lake Charles",
que se repite hasta tender a infinito]

Hago chas y aparezco a tu lado





A veces me pregunto, si un buen día me diera por desaparecer y dejar de escribir aquí; que supongo que llegará, no sé si más temprano que tarde o a la inversa; si alguien iba a echarme de menos. No sé, yo si sé que echaría de menos mi más que diaria cita con algunos blogs. Incluso en algunos casos me he planteado seriamente la opción de "desengancharme" de ellos, aunque al fin y al cabo la lectura sigue siendo inofensiva, y la atracción virtual hacia las letras ajenas siga siendo precisamente eso, virtual (desgraciadamente, en algunos casos, al menos).

Si alguien, no sé, se preguntaría qué ha sido de mí o dónde me he metido. Y sí, lo sé, suena a tremenda pretensión por mi parte. Probablemente la respuesta sea evidente...

No suelo mirar nunca las estadísticas del Google Analytics, en parte porque no sé, en parte porque tampoco me interesa saber que un lector se ha conectado desde Cuenca a las 16:13 y lo ha vuelto a hacer a las 20:19, siendo el tercer día que lo hace; y para conocer las palabras de búsqueda que llegan a este blog, como imagino que a casi todos, no hace falta ser especialmente perspicaz. Al margen de que casi me siento invadiendo vuestra privacidad. Porque por un lado estoy yo, que escribo y que muestro voluntariamente, pero por otro estáis vosotros, que tenéis todo el derecho a ser anónimos, pasar sin hacer ruido, de puntillas y con el spray de la invisibilidad a punto.

Pese a todo a veces me puede la curiosidad cuando de repente veo que hay 11 persona a la vez supuestamente visitando/leyendo/echando un vistazo a esta página; y claro, no puedo evitar preguntarme quién y por qué.

Hablando ayer con un devoto lector y contándome éste los motivos por los que lo hacía, no pude evitar acordarme del resto... Y no, no pretendo pasar lista y que se levante la mano, que eso ya lo hice una vez. Pero no sé, sigue sorprendiéndome porque probablemente yo no me leería a mí misma y a veces siento que me gustaría establecer una comunicación con el otro lado y que esto no fuera un diálogo unideraccional. Aunque probablemente, sin duda, para eso están los comentarios, y también, por cierto, mi dirección de correo electrónico en la esquina superior izquierda (que nadie usa, todo hay que decirlo). Tal vez mejor así, supongo, que ya lo dije anteriormente, lo que mejor se me da es ser una extraña.

Aunque siga preguntándome por qué lo haces, si es que lo haces.





Y en realidad esta última pregunta va dirigida a dos personas... sólo que ellas no lo saben.







P.D. Terry Moore




[Sigue sonando Lucinda, como durante los últimos tres días]

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