jueves, noviembre 03, 2011

Para vivir


Dicen algunos que la infancia es nuestra patria, y yo añado a esos algunos que tal vez lo sea sólo para determinadas personas. Lo sea o deba serlo, al menos para los que por caprichos del destino habitamos este bien o mal llamado primer mundo. Nos brindan cariño, protección, un mundo a nuestra medida, caprichos y deseos; en algunos casos educación o respeto. 

Pero a veces la vida opta por tomar caminos raros, no esperados, para los que no estamos preparados ni a los que sabemos o no nos han enseñado (o dado el suficiente valor) a enfrentarnos. Y ahí es cuando todo se desbarata y se viene abajo sin trincheras ni refugios. Se buscan soluciones que no se hallan pues difícil es encontrarlas para problemas a los que cuesta siquiera identificar. Se tienden manos de consuelo, consejos desubicados o pretensiones de ayuda. Al final tan sólo queda el silencio como el telón que cae sobre el escenario poniendo fin a la función ocultando camerinos y tramoyas.


La felicidad en ocasiones se alía con la suerte, con el azar, o con los Dioses a los que algunos  rezan. Y yo, que siempre sostengo que la suerte no existe o que en su defecto hay que buscársela, la reclamo hoy y ahora. A veces no hay esquinas que doblar para encontrársela y es necesario conjugarla para que venga a nuestro encuentro. Ojalá ésta sea una de ellas.







[Acá debería sonar Lucinda... Lake Charles]

Único consuelo




- "¡Qué montón de libros!. ¿Son todos diferentes? ".




Sugarpuss O'Shea (Barbara Stanwyck en Bola de Fuego)

(Este)aquel añu nin siquier hubo tormentes



"Llevantar una casa que seya como
un árbol, como Dafne crecer peles
sos rames, sentir les estaciones, la fueya
nuevo depués de la ivernera, les frutes primeres
del veranu. Una casa que seya como un árbol,
qu’aguante los rellampos, qu’escample
la pedrisca, qu’espante lloñe la ventolera xélido
del tiempu.

Llevantar una casa que seya como
un ríu, navegable y llixera, mudable,
pasaxera, beber de les sos fontes, parame peles
poces, correr colos regatos. Una casa que seya
como un ríu, qu’arrastre la derrota,
qu’arranque’l dolor de les sequeres y lu lleve,
pel rabión, agües abaxo.

Llevantar una casa que seya como
un mundu, andar les xeografíes de pasiellos,
cordales d’escaleres, les ventanes abiertes,
les pontes, los caminos. Sentame na antoxana
a ver andar la vida, una amiga, un país,
una llingua, saludar un instante
cuando pasen".

"Una casa" de Berta Piñán





Llevo hora y media sentada en la oficina. Ha merecido la pena madrugar y ver amanecer, como el sol va despejando un cielo azuloscurocasinegro tornándolo hacia el gris desvaído. He puesto orden, papeles, firmas, reuniones; revisado el correo, dados los buenos días y echado un vistazo a las últimas novedades sobre Tomasín. He comenzado a aburrirme...


He abierto el blog, he comenzado a leer y me ha dado por echar la vista atrás. Qué vergüenza en ocasiones, qué desmemoria la mía en otras... Trato de recordar dónde estaba hace un año, en noviembre del 2010, como si se me hubiese olvidado, me digo. Y compruebo que sí, que efectivamente se me ha olvidado, que debo de hacer arqueología emocional para alcanzar ese 3 de noviembre de un año atrás.

Me encuentro sin embargo con algo que nunca olvido, las primeras palabras del ya no tan joven Marías en el que fuera su primer libro, "Corazón tan blanco" (su primer libro para mí, aclaro, que tras él llegarían "Todas las almas", "El hombre sentimental", "Los dominios del lobo", "Travesía del horizonte" y un viaje a Oxford con el único propósito de recorrer sus pasos hacia All souls). Uno de mis libros preferidos, uno de mis comienzos favoritos:

"No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados".


Y es curioso, porque yo tampoco quería saber, y aquel 23 de noviembre del 2010, supe... aún sin saber. Y fíjeseustedquétontería, sigo contenta.










P.D. Suzanne Pleshette y Ben Gazzara en "A rage to live".

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