miércoles, agosto 25, 2010

Valer la pena



"Y ahora enciendo un cigarrillo y aspiro hasta el final.



No me importa si esta bien, no me importa si esta mal. 
Tengo abiertas las ventanas y dejo el aire entrar.
Tengo ganas de abrazarte, 
tengo ganas de llegar al final."





Hasta el final - Coque Malla






Hace demasiado calor... al menos para mí, que soy lagarto de sangre fría. Calor africano, dice el  que supongo debe ser el portero sustituto veraniego del portero de mi edificio, que no he descubierto hasta hoy, hasta esta tarde, hasta hace un rato.


Así que entro en casa, me quito los zapatos - hoy he vuelto a ponerme tacones, otros, tengo el armario lleno de zapatos que no pongo y probablemente nunca más me pondré, pies destrozados una vez más- camino descalza y voy quitándome la ropa, dejando un reguero de prendas por el pasillo, como si tras de mí caminaras tú dispuesto a asaltarme. Esto es un atraco, tus labios o la vida; bien lo dijo el poeta.


Abro la ventana, y ahí, justo enfrente, a lo lejos, se divisa la sierra del Aramo. No, esto no es África, esto sigue siendo mi norte...





P.D. Chrissie Hynde


Algún día yo también seré insoportable


Lo que tiene trabajar con hombres, bueno, en realidad trabajar con hombres tiene muchas cosas, algunas de ellas hasta buenas, es que, en demasiadas ocasiones, te conviertes en testigo incómoda de conversaciones que no deberían de tener lugar ante de una dama tan decente y apocada como yo.
Mis estimados colegas le tienen especial querencia a diseccionar diariamente tres temas en concreto. A saber, la actualidad portada de los periódicos, el fútbol (y si no es temporada liguera poco importa, siempre habrá otro deporte u otro fichaje o las últimas declaraciones de Maradona) y las mujeres, especialmente las propias. Aunque de cuando en cuando alguna que pasa por Coronel Aranda se lleva una buena ración de miradas y comentarios, no siempre positivos y halagadores. Véase el ejemplo de esta mañana: "¿Ésa que va, a trabajar al polígono?".
Y claro, una se ve en medio de una conversación del tipo "mi mujer estos días con la regla está insoportable", "mi mujer está en casa de mis suegros y está insoportable", "mi mujer se ha ido de vacaciones con los niños y sin mí y está insoportable", "mi novia quiere que nos compremos un piso y está insoportable"... y qué quieren que les diga, que yo no tengo nada que añadir a eso. Los demás, en cambio, sí, porque parece ser que sus mujeres son tan o más insoportables. No importa, ya me meten ellos en la conversación: "Dae, ¿tú cómo haces las lentejas?, que las lentejas de mi mujer son insoportables." Y claro, una duda, ¿eso me lo preguntas porque estoy presente o porque soy la única mujer presente?. Porque si es por lo segundo, puedo volverme tan insoportable como todas vuestras mujeres juntas.
Generalmente sonrío educadamente y me dedico a lo mío, al menos en la medida de lo posible, que todo hay que decirlo, es muy poco posible.
Cuando hablan de las ajenas tampoco es que mejore la historia. No sé, se me viene a la memoria, por ejemplo, el otro día, Elsa Pataky y lo buena que estaba Elsa Pataky, y lo guapa que era Elsa Pataky y el culo de la Pataky y hasta las témporas de la Pataky. ¿Y saben lo que a mí me apetecía decirles? Pues que sí, que estará buena, y que será guapa y todo lo demás también, pero que lo que es en realidad, es la tía con menos de 40 mejor operada de España. y lo suyo no sé si tiene mérito porque antes de los 25 ya debió de pasar por el quirófano. Por qué se me ocurriría a mí abrir la boca, ya saben, que si la envidia fuera tiña, que si la abuela fuma en pipa... es que no aprendo, a las guapas no se las puede criticar. Vamos, que si digo que Rossy de Palma es una mala actriz, todos de acuerdo. Si digo que Penélope Cruz sólo sabe hacer de Penélope Cruz, una envidiosa sin remedio es en lo que me convierto.
En definitiva, ellos están acostumbrados a criticar, cuestionar, juzgar y calificar a toda fémina que se les cruce, real o figuradamente; pero a mí que ni se me ocurra decir que vi "Australia" 3 veces y "Van Helsing" 2, sólo por ver al amor de mis amores (platónicos, obvio); que me miran todos con cara de: chica, eso no va contigo. Aunque con ellos si vaya contar la cantidad de veces que vieron "Lucía y el sexo" o la última de Médem, por idénticos motivos y que nada tienen que ver con la cinefilia.
Así que en esas estábamos esta mañana. Hablando de vacaciones, vuelos y Bruselas, acabamos en los controladores. Juro que no dije nada malo de ellos, a mí como colectivo me caen estupendamente, claro, como a todos; y como particulares, como sólo conozco a una, y ya me caía fatal antes de ser controladora, no cuenta (que eligiera precisamente esa profesión tampoco ayudó mucho, siendo sincera).
¿Y qué asociación mental-visual-emocional puede hacer una romana como yo al oír la palabra controladores? Sí, lo han adivinado, César Cabo, el controlador más sexy del mundo mundial. Y por vez primera soy yo la que digo algo así como que el conflicto de los controladores me la trae al pairo porque a mí lo único que me importa es que el tal César Cabo está muy bueno. "Pero Dae, ¿qué dices?", me dicen todos al unísono sorprendidos ante mi pérdida de compostura. Claro que hay algún despistado que pregunta: "Y ése, ¿quién es?"...
-"El chulo ése que salió en 'La Noria.'
Todos asienten y afirman y descalifican. Pero obvio, a mí no se me ocurre que a toda esa panda de cuarentones la envidia les corroe por momentos. No, para nada, no soy tan simple; y no digo que ellos lo sean.
Encuentro comprensión en la media hora (40 minutos largos, que es agosto) de café (para mí coca-cola light) con las féminas circundantes. Ellas sí saben quién es Cesar Cabo y no opinan que sea un chulo, sino un chulazo, que no viene a ser exactamente lo mismo. Y como nosotras no somos tan simples (no digo, reitero, que ellos lo sean) en lugar de pasarnos diez minutos repitiendo en todos los idiomas que conocemos y en todo los vocablos posibles lo bueno que está el romano en cuestión y todo lo que le haríamos o nos dejaríamos hacer (bueno, no voy a mentir, lo segundo sí), tratamos de dilucidar por qué de repente este tío nos gusta tanto y a todas.
Yo solita he llegado a la conclusión y así lo he expuesto, que estando como estamos en un estado absoluto de decadencia moral, educacional y hasta afectiva, aparece un tipo tan aparente como él, con aspecto de tipo sano, educado, bien vestido y sin estridencias (ni piercings, ni tatuajes -al menos no a la vista), sin haberse depilado las cejas (alguien debería decirles que Fonsi Niego NO es un ejemplo a seguir a menos que quieras parecerte a Naty Abascal), ni teñirse el pelo con mechas (Guti tampoco es un ejemplo), capaz de hilvanar más de dos frases coherentes, ¿he dicho educado? y además guapo, que es lógico que el inframundo televisivo le eleve a los altares. Yo por mi parte ya le he reservado un huequito en el mío particular, ha desplazado hacia la izquierda al mismísimo David Cantero.

P.D. Frances Dee

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