Coordenadas
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Por mi parte sigo pensando y tratando de averiguar cuáles son los míos. Al margen de los evidentes, ¿ser feliz?, ¿no estar triste?, no tengo claro que venga a ser lo mismo. ¿Pedir cita de una p* vez en el dentista?, ¿enamorarme?, ¿dedicarme a la búsqueda de piso en serio?...
Eso va a ser, mi aburguesamiento está cerrando el círculo, mis planes más inmediatos para este verano y una vez descartado el ponerme morena (y que me crezca el pelo) son enamorarme (aunque sea sin ser correspondida) y encontrar una casa decente ajustada a mi presupuesto, que será lo que el banco disponga (que utopía).
Estoy cansada de compartir piso o de vivir de prestado, de tener que desplazarme durante una hora para llegar el trabajo y de madrugones y trenes llenos de gente a las seis y media de la mañana (ingenua de mí, yo pensé que en este país la gente no madrugaba).
A Dios pongo por testigo que llegaré a septiembre hipotecada (y enamorada). Aunque mi experiencia hasta el momento en materia de vivienda me remita a la que tengo con los hombres ("querida, te quedarás sola, porque lo que tú exiges simplemente no existe") lo que me puedo permitir no me gusta y lo que me gusta no puedo permitírmelo.