jueves, noviembre 04, 2010

Sólo quiero saber si detrás si al otro lado del espejo me esperan tus labios




Debería, supongo, ocupar el compartimento estanco de mi cerebro que vuelco en este rincón, la estantería superior izquierda esquina frivolidad, en pensar qué ponerme el viernes, por ejemplo. Si es que finalmente viene, que está por ver, que ayer me reprimí y no dije nada cuando me recordó que fuera eligiendo película; pero dudo que termine el día de hoy sin que le diga que en mi invitación no hay ninguna intención oculta de acabar en la cama. Que yo sólo quiero que las palabras signifiquen exactamente lo que significan, y punto. Y esto debería ser fácil, ¿no?. Así que debería estar ahora haciendo la lista de la compra, eligiendo película, un plan de actuación de mejora y limpieza, y muy especialmente qué ponerme; porque digo yo, qué se pone una en estas circunstancias. No es plan de maquillarse como una puerta para sentarse en el sofá, aunque yo sea de 'no sin mi rímmel', encaramada a unos tacones.

Y aunque me apetece, que sí, que no es que no tenga ganas de "ir conociéndonos", que si no me apeteciese no le hubiese reservado el sábado (si es que llegamos después de lo del viernes), ni parte del viernes si finalmente la invitación llega a buen puerto; mi mente baja dos estanterías más abajo, también a la izquierda, en ese compartimento estanco de mi cerebro volcado en este rincón, esquina sueños chiquitos e inalcanzables e irrealizables e irreales e imposibles y métanle ustedes todas las "i" que les plazcan. Que no sé si es que no puedo, o simplemente que no quiero; que no viene a ser lo mismo aunque acabe por ser igual. Y es tan absurdo, y tan estúpido, y obsesivo, e idiota, que me asusta un poco, tal vez demasiado, lo justo, lo necesario.

Y Sal acaba de enviarme el segundo correo de la mañana. El primero trata de disquisiciones laborales que no vienen a cuento y que aquí no tienen cabida. En el segundo me hace prometer lo que sabe que no cumpliré más temprano que tarde, dejar las cosas como están; y me pregunta si ya he hecho la lista, que ya les comenté que ella cree firmemente en el poder sanador de las listas, que ya lo cantaba Drexler, ya saben, tu corazón va a sanar. La lista en la que inicialmente debía recoger a dos columnas los pros y los contras del que según ella sería el perfecto padre de mis hijos, que en segunda instancia debía recoger las virtudes y fallos de mi expediente X y que finalmente anoche, desvelada, desde la cama, mirando la lámpara del techo recién comprada en Ikea, apoyada en la pared pintada de color plata; mentalmente recogió todas las bondades y defectos que debe presentar un hombre para que me interese, teniendo en cuenta que el 99'99% de los hombres no me interesan y que en ese 0,01% ya están incluidos Bruce Springsteen, Hugh Jackman y Quique González; me di cuenta de algo que ya sabía, que en realidad te estaba describiendo a ti, a tu chaqueta de cuero y a tu mal café, y a tu sonrisa y a tu voz cada vez más ronca... y no, juro que no quiero, pero no puedo, que no viene a ser lo mismo aunque acabe por ser igual.







P.D. Vivien Leigh y Rex Harrison en "Storm in a tea cup"

Onanismo visual VI




La foto de Bruce... no sé, para alegrar la mañana... y en color porque él y yo lo valemos...


P.D. Sigo enganchada a "The promise", enganchada, alucinada y encantada... aunque casi da un poco de miedo decirlo...

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