martes, diciembre 07, 2010

Show must go on... Le pese a quién le pese, incluidos a ti y a mí.



Son casi las cinco de la madrugada del sábado cuatro de diciembre cuando escribo esto. Desconozco qué día y a qué hora saldrá publicado, aún no lo he decidido. Estaré ausente unos días, y para paliar mi ausencia, sé que pese a todo habrá quién eche de menos no ya a mi persona, sino a mis letras, por increíble que (me) parezca, había decidido dejar preparadas una serie de entradas para que se fueran publicando estos días... Acabo de borrarlas todas, quizás es que el insomnio me devuelve la coherencia o la dignidad o las entendederas, o tal vez es que me he quedado sin voz y hace un frío del carajo ahí afuera y se me han congelado las ganas, pero hace escasa media hora que deambulo por la casa y aunque debería meterme en la cama, que dentro de tres horas sonará el despertador, he puesto música, bajita, bajita, y suena Alejandro Escovedo y bailo, por dentro, al ritmo de las notas de rock and roll que me he metido en vena esta noche, cuando a las 21:30 y con puntualidad inapropiada Javier Andreu me recordó que hace años en España ya se rockanrolleaba como si del mismísimo Nashville se tratara y unos tipos tras de mí le gritaban a Julián Hernández que eran de Monforte (de Lemos, supongo) mientras que otros, al otro lado, exigían el cuenca minera, borracha y dinamitera, que somos de la cuenca, ho, y alguien tras de mí, me pedía insistentemente que no dejara caer su chupa de cuero de la valla que nos separaba del escenario, que es lo que tiene ser una jodida groupie, que sin proponérselo, ni hacer colas, ni atropellar a nadie, acabo en primera fila, pegada a la valla de seguridad y justo centrada frente al escenario, que hasta de forma totalmente involuntaria salgo en el periódico [editado, acá, es que salgo hasta mona y tal, perdonen el autobombo]... y luego estaba Johnny, que nunca nos hace olvidar que la sombra de Pepe Risi es alargada, pero que te canta eso de que no es extraño que yo esté loca por ti y casi se me olvida, aunque en realidad por quién yo esté loca después de por ti, sea por el Loco, valga la redundancia, y haya perdido la cuenta de las veces que me  ha recordado, yo abajo, él arriba, a veces casi a la misma altura, salvando la distancia de mi 175 a su imponente presencia, la suerte que he tenido de conocerle.

Y me acordé de Ana, obvio, porque Ana es la fan número uno de Loquillo, yo soy la fan número dos, hace mucho tiempo que asumí que no podía competir con ella. Me hubiera gustado una vez más compartir ese concierto con ella, y con Mar, que es la fan número uno de Extremoduro, y con Palmira, que era la fan número uno de un cantautor mexicano de cuyo nombre nunca me acuerdo, pero que cantaba nuestro himno número dos (ése que decía algo así como préstame tu máquina del tiempo), porque nuestro himno número uno era y es "El ritmo del garaje" y hasta tenemos un himno número tres, "Point blank", aunque mi canción sea el "Tougher than the rest", que por cierto, gran detalle por parte de la persona que me acogió en su coche y me acompañó en el concierto, que hizo sonar en mi honor justo esa canción cuando yo subía, con premeditación y alevosía, que una será una sentimental, pero esas cosas me emocionan casi tanto como cuando el Loco a mi lado me hizo rozar por momentos la eternidad.

Y me acordé de que Manel y yo nos prometimos, en el que fue el peor de los inviernos, como si estuviésemos en medio de una película de Meg Ryan, que si al cumplir los 35 seguíamos solos nos casaríamos el uno con el otro, que el hecho de que él fuera gay y a mí me gustasen apenas el 0,01% de los hombres, carecía de importancia. Y de nuevo de Ana, Palmira y de Mar, del calor de nuestras noches a ritmo de rock and ron y de actitudes inconfesables. Y de Gabriel Sopeña, que era el primo del hermano del amigo del vecino del que tenía aquel programa de radio, al que no dejamos de acosar, presionar y chantajear hasta que nos consiguió un tête à tête con el señor Sanz en aquel minúsculo estudio de radio casi sentadas sobre sus rodillas, una para Ana, otra para mí, tras finalizar la entrevista, discutiendo sobre lo divino y lo humano, y puede que él lo olvidara enseguida, nosotras, obvio, iba a ser que no... y la despedida ya en la calle poniéndose de puntillas y la calidez de su abrazo, pese a que año tras año y concierto tras concierto siempre le recordáramos que éramos nosotras, y quién sabe, como imaginar es gratis y es lo que tienen ser una jodida groupie, a lo mejor hasta me reconoció cuando se paró y me obligó a mirarle, que al fin y al cabo, que la vida iba en serio, uno lo empieza a comprender más tarde.



El pasado acaba de mirarme a los ojos... y yo no sólo me he ruborizado, sino que he mirado hacia otro lado esquivando su mirada





[Hostia, tú... qué mal me ha sentado. No sabía que la ¿culpabilidad? tuviese un sabor tan amargo]



"It's nights like these that make me sleep all day
It's nights like these that make you feel so far away
It's nights like these when nothing is for sure
It's nights like these I don't want you anymore

And I've only got this one wish
That I was good enough to make you forget
The only boy who ever broke your heart
Cause nights like these tear me apart

It's nights like these the sad songs don't help
It's nights like these your heart's with someone else
It's nights like these I feel like giving up
It's nights like these I don't seem to count for much

The beer tastes like blood and my mouth is numb
I can't make the words I need to say
She had a weakness for writers
And I was never that good at the words anyways". 




[Va a ser verdad que aquí sólo tendrás cabida si arrastras cadenas, y te cuelas, como los suspiros, de madrugada, entre las cuatro esquinas de mi cama Jesusito de mi vida eres niño como yo]


Dirty realism




Lo malo de construirse un mundo a medida donde sólo una tiene cabida es que cuando te das cuenta de haberlo conseguido tienes exactamente eso, un mundo a medida donde sólo tú tienes cabida.



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