El camino de regreso
Adoro los aeropuertos, cada día me gustan más (excepción confirmada la renombrada nueva terminal T4)... los aeropuertos, las estaciones de tren, las de autobuses, las paradas de taxis, los metros, los viejos tranvías que aun conservan sus asientos de madera, en definitiva, cualquier medio de transporte colectivo, en el que día tras día, mañana tras mañana nos enfrentamos al viajero que tímidamente se sienta frente a nosotros escudado en su diario, su libro o en el omnipresente MP3, compartiendo bostezos y desgana; y durante los diez, quince minutos que dura el trayecto me reconcilio con el mundo y con mis semejantes a los que por primera y única vez a lo largo del día percibo como tales.
El riesgo de los aeropuertos es tal vez no poder (o no querer) encontrar el camino de regreso...
El riesgo de los aeropuertos es tal vez no poder (o no querer) encontrar el camino de regreso...
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