¿La belleza está en el interior?
Decía la escritora Espido Freire que la mayor parte del mundo era invisible. Si visitamos un museo, hojeamos una revista o nos sentamos frente a la televisión, si esas imágenes reflejan mínimamente la realidad, creeríamos que el amor, la seducción, quedan reservados a las mujeres y hombres más hermosos. Los gordos, los viejos, los deformes, los feos, no parecen tener sexualidad. Quizás hayan de buscar pareja entre aquellos resignados a la fealdad, a la obesidad, a quienes deciden vivir una existencia a medias, no bendecida con la juventud y la belleza.
Hasta hace tiempos relativamente recientes, la hermosura era un don innato, efímero y codiciado por su brevedad.
Se inventaron fórmulas, se procuraba adelgazar o engordar, siguiendo los cánones impuestos, blanqueaban su piel con mercurio o bebían vinagre. Cuando la anestesia logró evitar el dolor llegaron las operaciones. Y se institucionalizó el dolor como modo de obtener belleza. Ni corsés, ni tintes, ni demás mejunjes habían sometido a la mujer a sacrificio semejante, operaciones quirúrgicas sobre cuerpos sanos. La recompensa, mirarse con aprobación y ser mirada. Algo que no parece posible sin juventud y belleza.
La belleza natural, para que sea tal, está condenada a ser efímera. Nada artificial puede ser deseado.
Si una mujer quiere ser realmente ella, debe transformarse en otra. Si quiere recibir el homenaje reservado a las bellas, debe demostrar que su cuerpo no posee personalidad, ni diferencias. Y mientras tanto, mientras el tiempo avance y las ideas permanezcan la sexualidad y el atractivo se basarán en conceptos falsos, en esperanzas ilusorias. Y por ello, quienes confíen en la belleza estarán condenados a la decepción.
4 perdidos en el laberinto:
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Yo sé que existo porque tú me imaginas...
Pero si tú me olvidas quedaré muerto sin que nadie lo sepa. Verán viva mi carne, pero será otro hombre -oscuro, torpe, malo—el que la habita…
no dudaba de que lo completarías daeddalus, pero es que él lo cuenta mejor, la belleza está en el interior...del que mira, que puede convertirnos en el ser más bello.
Afortunadamente...
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