Me uno a la modernidad
Hace unos días alguien hablaba en el curro sobre weblogs y la inútil necesidad de poseer uno. Un digamos: si no escribes un blog con diaria asiduidad en Internet no eres nadie.
Éramos un grupo de unas nueve personas aprox. y uno a uno fuimos interrogados al respecto. Un par confesaron tener uno, pero no actualizarlo con asiduidad, tres conocían la existencia de ese invento pero no lo frecuentaban, otro se confesaba adicto, dos no saben no contestan (me meto en ese grupo) y el interrogador nos pasa en nueve post-it la dirección del suyo, con promesas de leer y comentar. No sería mucho suponer que ninguno de los presentes cumplió esa promesa, ni ganas e intenciones.
Mentí por omisión, yo poesía un blog. Ínfimo, ridículo, pero blog al fin y al cabo, y en ese preciso instante lo recordé, y decidí a la par que iba a “recuperarlo”.
De cuando en cuando una navega y se pierde en los comentarios ajenos, y lee cosas verdaderamente interesantes y se sorprende y se siente fascinada por la cantidad de gente que hay en el ciberespacio con cosas interesantes que contar, y que además poseen gracejo, vocabulario, calidad y facilidad literaria. No debe faltar determinada vanidad por considerar que lo que escriben pueda llegar a ser de interés para alguien.No es mi caso. No poseo blogtalento, y un carajo que me importa, no lo necesito, no pretendo sentar cátedra con mis opiniones, iluminar caminos ni tengo aspiraciones de escritora. Yo sólo quiero hablar de mí y para mí, que es lo que más me divierte. Una inutilidad más a añadir a las que ya adornan mi discurrir diario.
No tengo una vida apasionante. Pero es la mía, y hasta el día de hoy la persona con la que más me divierto soy yo y cuando llega el final del día y hago resumen, por muchas compañías con las que haya compartido mi tiempo, siempre me recojo conmigo misma, y tan a gustito, oiga.
No tengo caprichos, ni vicios, ni adicciones (la coca-cola no cuenta) que adornen mis relatos. No soy como mi amiga P*, igualmente adicta a remendarse el corazón con agujas para el cuero como al sexo confesable, que se lía con cuatro tipos distintos en cinco días. Y que ante la cara de velada envidia nos lo cuenta con un adorable desparpajo del que sólo ella es capaz. La adoro, como a pocas de las personas que conozco y que de un tiempo a esta parte son de lo más variopinto. Para colmo es guapa, imponente, rotunda en su verbo y en su físico, y si no fuera por ser declaradamente heterosexual me postraría a sus pies. Las mujeres "guapas guapas" me desarman. Creo que además nos entenderíamos bien. Nos parecemos en lo esencial. Hemos compartido muchas lágrimas, pero aun más risas, amén de alguno de esos cuatro de cinco.Lo dicho, no haré perder el tiempo a nadie. Pasa de largo, que nada hallarás aquí de tu interés…
Éramos un grupo de unas nueve personas aprox. y uno a uno fuimos interrogados al respecto. Un par confesaron tener uno, pero no actualizarlo con asiduidad, tres conocían la existencia de ese invento pero no lo frecuentaban, otro se confesaba adicto, dos no saben no contestan (me meto en ese grupo) y el interrogador nos pasa en nueve post-it la dirección del suyo, con promesas de leer y comentar. No sería mucho suponer que ninguno de los presentes cumplió esa promesa, ni ganas e intenciones.
Mentí por omisión, yo poesía un blog. Ínfimo, ridículo, pero blog al fin y al cabo, y en ese preciso instante lo recordé, y decidí a la par que iba a “recuperarlo”.
De cuando en cuando una navega y se pierde en los comentarios ajenos, y lee cosas verdaderamente interesantes y se sorprende y se siente fascinada por la cantidad de gente que hay en el ciberespacio con cosas interesantes que contar, y que además poseen gracejo, vocabulario, calidad y facilidad literaria. No debe faltar determinada vanidad por considerar que lo que escriben pueda llegar a ser de interés para alguien.No es mi caso. No poseo blogtalento, y un carajo que me importa, no lo necesito, no pretendo sentar cátedra con mis opiniones, iluminar caminos ni tengo aspiraciones de escritora. Yo sólo quiero hablar de mí y para mí, que es lo que más me divierte. Una inutilidad más a añadir a las que ya adornan mi discurrir diario.
No tengo una vida apasionante. Pero es la mía, y hasta el día de hoy la persona con la que más me divierto soy yo y cuando llega el final del día y hago resumen, por muchas compañías con las que haya compartido mi tiempo, siempre me recojo conmigo misma, y tan a gustito, oiga.
No tengo caprichos, ni vicios, ni adicciones (la coca-cola no cuenta) que adornen mis relatos. No soy como mi amiga P*, igualmente adicta a remendarse el corazón con agujas para el cuero como al sexo confesable, que se lía con cuatro tipos distintos en cinco días. Y que ante la cara de velada envidia nos lo cuenta con un adorable desparpajo del que sólo ella es capaz. La adoro, como a pocas de las personas que conozco y que de un tiempo a esta parte son de lo más variopinto. Para colmo es guapa, imponente, rotunda en su verbo y en su físico, y si no fuera por ser declaradamente heterosexual me postraría a sus pies. Las mujeres "guapas guapas" me desarman. Creo que además nos entenderíamos bien. Nos parecemos en lo esencial. Hemos compartido muchas lágrimas, pero aun más risas, amén de alguno de esos cuatro de cinco.Lo dicho, no haré perder el tiempo a nadie. Pasa de largo, que nada hallarás aquí de tu interés…
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