sábado, julio 07, 2007

Será que ha llegado junio



Deseo contarte una historia. Desearía, de ser posible, contártela única y exclusivamente a ti. Me encantaría que fuera posible hacerlo en voz muy baja, casi en susurros, tratando de evitar indiscreciones.

No te asustes, que esto no es una declaración de amor. No es nada extravagante. Ni tan siquiera es un volumen inédito de paranoias, tú tienes el copyright oportuno y necesario para eso. No hay seres extraños ni fantasmas, ya convertidos en espíritus libres. Hace mucho tiempo que ciertos recuerdos yacen a buen recaudo en cajas de zapatos junto a recortes de periódicos, para abrirlas en tardes de lluvia como la de ayer (lluvia que parió charcos y barro) y no olvidar lo mucho que una ha vivido y lo mucho que aún le queda por vivir.

Me conoces desde hace cierto tiempo, varios años tal vez. Nos vimos algunas veces, sin horarios fijos e incluso hubo un encuentro furtivo. Nos hemos dicho muchas cosas, y a veces pienso que nunca nos dijimos nada.Siempre pensé que nuestra relación, algo parecido a la amistad, se componía de todo aquello que nos hacía soñar y emocionarnos. En ocasiones me daba por pensar que tú y yo hubiésemos formado una buena pareja. A veces bromeabas con la idea, y me decías, E., tú y yo deberíamos estar juntos, y así mutuamente, supongo, lamernos las heridas que otros nos habían causado. Yo siempre me reía y nunca me lo tomaba en serio. Tú estabas demasiado enamorado de ella, me pregunto si aún la recuerdas, y yo, bueno, yo siempre estaba enamorada, aunque en mi caso, sin cambiar de escenario, había multiplicidad de actores, y cuando ahora echo la vista atrás y rememoro estos últimos años, no puedo evitar horrorizarme ante la lista de mis ex. Santa paciencia la tuya cuando me escuchabas tras cada fracaso. Ahora ya puedo decirlo, sentía cierta punzada de envidia cuando te oía hablar de Ella, así, con mayúsculas; siempre presente. Ahora entiendo el por qué de esa envidia, porque a un lado estaba yo, con mi incapacidad para entender el Amor, también así, con mayúsculas. Nunca había sentido nada igual por nadie, y dudo mucho que alguien lo hubiera llegado a sentir por mí.

Además yo no era tu tipo, ni tú eras el mío, aunque eso era lo de menos. Y nos parecíamos demasiado, aún siendo tan distintos. Creo que a pesar de todo nos conocíamos, sabíamos demasiado de las debilidades ajenas, de nuestros puntos flacos, de nuestros odios y carencias. Y en toda seducción se necesita un punto de impostura. Uno en esos casos siempre se mueve en la penumbra, como en un cuadro tenebrista. Con miedo a mostrarse tal y como es. A no adaptarse a los sueños e imaginaciones del otro. Y tú siempre conociste mis miserias. Y a pesar de eso seguías ahí.

Nunca me ha quedado del todo claro qué es lo que yo pinté en tu vida, lo único que si sé es que serías de las únicas personas siendo generosa, y no siéndolo, la única, que hubiera salvado de todo ese tinglado. Sé que eso no significa mucho, y es muy probable que a tí eso te provoque menos que nada, pero la vida es confusa, más lo son sus casualidades, y no pretendo encontrar ningún significado oculto en ellas.
Siento que me han quedado por decirte muchas cosas, o que tal vez dije demasiadas y fueron equivocadas, siempre mirándome al ombligo y quejándome del desastre en que se había convertido mi vida.

Recuerdo la última vez que nos vimos, y lo recuerdo como una especie de despedida, aún sin decirnos adios, tal vez ya no teníamos nada que decirnos, tal vez tuvimos una oportunidad y la dejamos pasar, tal vez yo me equivoqué... y no miro con nostalgia hacia atrás, sino con agradecimiento.

Porque a veces se siente la tentación de vivir en un eterno pasado sin darse cuenta de que lo vivido nunca se va a recuperar y el futuro será siempre otro también recuerdo que te debo esa Pikantus...


P.D. ¿Sabes? Me corté el pelo, creo que si me vieras ahora no me reconocerías... han cambiado tantas cosas...

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