De vez en mes
Desde hace unas semanas los medios de comunicación vienen recogiendo la noticia de la aprobación en los States de una nueva píldora anticonceptiva que suprimiría la menstruación, y lo que es más importante, sus circunstancias.
Entiendo que a un tiempo surjan voces críticas que pongan en duda sus efectos secundarios, eficacia o consecuencias, pero casi parecería que a nadie le parece una buena noticia. Multitud de expertos, ginecólogos, psicólogos, terapeutas, psiquiatras y articulistas de todo tipo han dado su opinión, pareciendo ponerse de acuerdo en que no supone un gran avance. Decía uno de ellos, creo que era ginecólogo, que para la mujer media española, y decía literalmente lo de mujer media española, no sería de ninguna utilidad, que la rechazaría, que no le encontraría sentido, que nuestra menstruación, la de la mujer media española, insisto, forma parte de nuestra ideosincrasia.
A mí no me han preguntado, desde luego, porque mandaría ahora mismito mi menstruación y mi condición de mujer media española a la mierda. Soy tan feliz y me siento tan orgullosa de ser mujer en esos días como nos muestran los anuncios de compresas... No jodan, y yo no digo tacos, pero esos días son cinco, cada 26, y sino fuera por el bendito ibuprofeno no me levantaría de la cama. Para que luego me venga la insigne Carmen Gómez Ojea a decir que el invento en cuestión no es más que una artimaña del aberrante machismo capitalista imperante para desproveer a la mujer de parte de su femeneidad.
Entiendo que a un tiempo surjan voces críticas que pongan en duda sus efectos secundarios, eficacia o consecuencias, pero casi parecería que a nadie le parece una buena noticia. Multitud de expertos, ginecólogos, psicólogos, terapeutas, psiquiatras y articulistas de todo tipo han dado su opinión, pareciendo ponerse de acuerdo en que no supone un gran avance. Decía uno de ellos, creo que era ginecólogo, que para la mujer media española, y decía literalmente lo de mujer media española, no sería de ninguna utilidad, que la rechazaría, que no le encontraría sentido, que nuestra menstruación, la de la mujer media española, insisto, forma parte de nuestra ideosincrasia.
A mí no me han preguntado, desde luego, porque mandaría ahora mismito mi menstruación y mi condición de mujer media española a la mierda. Soy tan feliz y me siento tan orgullosa de ser mujer en esos días como nos muestran los anuncios de compresas... No jodan, y yo no digo tacos, pero esos días son cinco, cada 26, y sino fuera por el bendito ibuprofeno no me levantaría de la cama. Para que luego me venga la insigne Carmen Gómez Ojea a decir que el invento en cuestión no es más que una artimaña del aberrante machismo capitalista imperante para desproveer a la mujer de parte de su femeneidad.
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