lunes, julio 30, 2012

EL PLAGIO ESTÁ FEO

REPITA USTED CONMIGO...

Palabras a (des)tiempo







En los últimos tiempos asisto estupefacta a la lectura ajena de cuitas y desgracias amorosas ajenas. Entiendo que cada cual escribe de lo que bien le viene en gana y no soy yo la más indicada para dar lecciones de pudor a nadie cuando aquí y ahora he contado todo lo contable…

No sigo demasiados blogs, al menos no de forma rutinaria y constante, más allá de unos cuantos de cocina y otros tantos de moda con outfits imposibles. Me fascinan tanto los delantales almidonados como los zapatos de Prada, pero de cuando en cuando sí visito a los y las habituales y aunque sólo sea tirando del hilo voy descubriendo nuevas lecturas. En ocasiones de escasos minutos, otras pueden durar horas.

Parto de la idea de que el exhibicionismo es ingrediente necesario, nunca suficiente, para crear un blog; y reitero lo anterior, que cada cual hable de lo que quiera y allá sus lectores si lo encuentran ameno y/o interesante. Mismamente me sorprende que alguien pueda llegar a leer lo que aquí está escrito, pero ya se sabe, hay gente pa’to, y agradecida que está una, no lo duden.

Otro ingrediente fundamental es la mentira. Nuestras vidas son rutinarias, aburridas, predecibles, en la mayor parte de los casos faltas de sensibilidad y menos gusto. Desde luego tampoco poseemos el armario de Olivia Palermo o la cocina de Martha Stewart, y ni falta que nos hace, oigan; que para eso está la imaginación, para cubrir los huecos que una realidad si no triste, sí gris, nos deja.

Se puede mentir, adornar la realidad o directamente inventársela. Ejemplos hay a montones y no seré yo quien abra la caja de Pandora. No hay que olvidar que el primer gran blog era el diario de una mujer gorda que ni era mujer ni estaba gorda, pero que tenía talento. No es lo mismo que quien cuelga fotos, entre otras, de la hermanísima Pippa Middelton y las hace pasar por su persona, ¿acaso sus lectores no hojean el Hola?

Mientan, desahóguense y cuenten sus miserias, pero no lo olviden; háganlo con elegancia.

Y por favor, que no se les note…



Un consejo por cierto que nadie ha pedido…Ésta no es la vida real, ésta es la vida que yo cuento que vivo, no la revuelvan y la mezclen con la que se vive una vez se aleja uno de la pantalla del ordenador.






P.D. Vilma Banky.

viernes, julio 27, 2012

Confundiendo recuerdos con cenizas

Éste se la levanta... Lo pensé. No llegue a decirlo en voz alta. Me arrepentí.

No de la hipocresía de creer o pensar y omitir. No de la contundencia y la soberbia con la que ésas palabras llegaron a mi mente. No de que en realidad me importara menos que nada.

Me avergoncé de esas palabras, de esa expresión, de ese léxico tan impropio en mí. Me avergoncé de las formas, no del contenido. Yo sólo quería irme, subirme a un taxi y quitarme los zapatos. Pasaban de las seis de la mañana y yo a las seis de la mañana sólo estoy despierta en los aeropuertos y en los trenes que viajan hacia al norte.

No quería ir, pero me lo pidieron, no lo suplicaron. Soy chica fácil en cuestión de favores y buena educación.

Ni siquiera era guapa. Tal vez de haberlo sido...

martes, julio 24, 2012

Si fuera un rancho me llamarían tierra de nadie*



La idea inicial… sí, nosotros teníamos un plan y un calendario con días contados en rojo… era hacer un viaje por toda la República. Así, de forma grandilocuente, recorrer todos y cada uno de los 32 estados desde Mexicali a Tapachula, desde Salina Cruz a Mérida, desde Veracruz a Matamoros… o lo que nos diera el tiempo, las ganas y los pesos.

De haberlo sabido, pero entonces no sabía, de haber intuido que ése sería nuestro destino. Pero las circunstancias no son sino azar, y la suerte, ya se sabe, suele ser esquiva y malagradecida. Al margen de que una tiende hacia la desconfianza y quién se iba a creer que los de entonces seríamos los de ahora. Que los encuentros fortuitos y casuales nos llevarían a estos días a la sombra de un mariachi desafinado.

De haber intuido que ése sería nuestro lugar cuántas malgastadas madrugadas nos hubiéramos ahorrado. Llevábamos a México en la piel y aún no lo sabíamos. Como aquella noche de Carnaval cuando ellos agarrados del brazo entonaban la canción ascendiendo por la calle Oscura. Wonder Woman y El Zorro seguidos por mi persona, la única sin disfraz en 1.300 metros a la redonda. Yo te conozco, güey…

Porque a veces no se necesitan excusas, tan sólo deseos y de poder elegir un lugar donde vivir ése sería Querétaro... o Coyoacán, pese a que los semáforos nunca se pongan en rojo por las noches y yo sea de las que nunca cruza hasta que no le dan luz de paso. Nunca bajes de la camioneta, nunca te pares, nunca mires a los ojos, nunca desafíes. Y ahora pásele, güerita; una taquiza y un Agua de Jamaica que comienza el reventón.







P.D. Marlene Dietrich en "Sed de mal".










*Rita Hayworth en "Gilda".

lunes, julio 23, 2012

La Navidad, al menos la mía -tan lejana, la de todos- huele a Spekulatius. Todo el mundo lo sabe.




Trato de hallar la fórmula, la combinación perfecta. La mezcla adecuada entre la canela y el cardamomo, el jengibre y el clavo. Ensayo, prueba y error. Como las marshmallows, de Mercadona, of course, de mis demonios.

La repostería es ingrata. Como algunas mujeres. Aunque no todo se base en la apariencia, casi, quién lo diría.


El aroma de las fresias, las hortensias y las peonías marchitándose en la ventana se confunde con el de la pimienta y la nuez. ¿Acaso hay flores más hermosas? Supongo que si le preguntara diría que sí, los jazmines, tal vez los lirios; y sin duda las gardenias. Perfectas para lucir en el pelo en una noche cualquiera de verano. 


Pero aquí no hay verano, todo el mundo lo sabe.

Los cuatrocientos golpes...




Yo no quería saber, pero supe; y sí, eso lo escribió el joven Marías, pero lo cierto es que yo vivía feliz en mi ignorancia y nada más lejos de mi intención que salir de ella.

Los pesares no son menos penas si son compartidos. Yo no sé, no estaba allí, no vi ni oí, yo no supe. Incluso ahora yo no lo sé de cierto. Los secretos no dejan de serlo por ser contados. No quiero que me cuente, en ese guión no hay papel para mí. Si yo soy feliz sin saber dejemos que ella igualmente lo siga siendo.

Pero no puede quedarse callada, le pesa la culpa, no podrá mirarle a los ojos, será incapaz de compartir tiempo y espacio. Le gustaría saber de estar en su lugar.

Pero no está en su lugar. No sabe qué es lo que ella querría, lo que ella quiere. Yo por ejemplo elijo una vez más el no saber. Que él lo disfrutara, que a él le conviniera y le remordiera la conciencia I wish. Demasiadas veces estuve en el otro lugar y aprendí que nunca se quedan, que siempre regresan para poder volver a irse a dormir al mismo lado de la cama.


Y ahora yo ocupo el otro lado.



P.D. Shirley McLaine y Audrey Herpburn.

Ingredientes: Mucho y un poco de nada




Miro uno de esos blogs en los que mujeres perfectas con delantales almidonados posan en cocinas impecables ante toda suerte de dulces, galletas decoradas y cupcakes, que no magdalenas; asegurando que lo suyo no es el fondant, pero mostrando tartas de pisos infinitos con lazos, bucles, muñecas Barbie y Bobs Esponjas.

Aseguran ser seres normales, de carne y hueso, con oficio e hijos. Mujeres despeinadas y de manos enharinadas por más que una sólo vea una impecable manicura, un color de pelo que envidia tú el de Taylor Tomasi*, una Kitchen Aid reluciente y todo el catálogo de Lékué.

Afirman que los macarons no son tan difíciles, que el secreto está en tamizar, en el merengue italiano, en las proporciones, en la temperatura del horno, en el enfriado, en… Ensayo, prueba, error; que a la tercera va la vencida.

Y va a ser que no, o tal vez sí, que en eso consiste la vida... y no morir en el intento.








jueves, mayo 31, 2012

Me has enseñado a respirar... [Juan Gelman]



No sé porqué nos acordamos de aquella canción de Carlos Chaouen cuyo título no recuerdo, aunque en realidad nunca recuerdo los títulos de las canciones de Carlos Chaouen. O tal vez fue él el que la recordó... Así que corrí hacia la breve estantería del pasillo y cogí una antología de González, Ángel; tampoco recordaba el título del poema, pero apareció ahí, entre bandoneones que recorren columnas vertebrales y canciones de invierno y de verano con balandros y bañistas, cabos helados y distancias insalvables...


Me basta así

Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti; 
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia 
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando  -luego-  callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.

Creo en ti.

Eres.

Me basta.



(In)certidumbre



Hace un tiempo, tal vez un par de semanas, tal vez tres, un compañero de trabajo a escasos metros de mí ilustraba a otro sobre el uso y el disfrute del What's up. El instructor afirmaba rotundamente que dicho invento había cambiado su vida porque le había hecho distinguir entre dos tipos de amigos, los caros y los baratos. De modo que si quería ir a un concierto, pongamos el de Rebeca Jiménez (tan sólo unas 20 personas entre el público, aunque todo hay que decirlo algunas de ellas muy entusiastas) y no tenía acompañante, no había dudas, enviaba un pseudo mensaje a un amigo de los baratos, que no iba a gastarse él las pelas en un SMS para invitar a un improbable concierto de una tipa a la que nunca había escuchado por mucho que su compañera Dae, la del gusto exquisito e impecable, la hubiera recomendado. Si tenía que avisar a alguien de que llegaría (muy) tarde porque una vez más los mineros habían cortado la carretera, que ese alguien fuera de los baratos, porque como fuera de los caros se quedaría esperando sine die, al igual que se quedaron esperando las cuencas mineras por una reconversión industrial que nunca acabó de llegar.

A mí personalmente esa aplicación, y a diferencia de él, no me ha cambiado la vida, aunque sí he de reconocer que ha supuesto un gran ahorro en mi factura telefónica y que le ha dado otra vuelta de tuerca más a mi escasa sociabilidad. 

De pronto me llegan mensajes de gente que no conozco, recuerdo, ubico o identifico. Supongo estaré catalogada como una amiga barata "por fin" y los que permanecieron en silencio durante meses, tal vez años, ante la gratuidad de la comunicación se acuerdan de mí y de mi existencia. Es enternecedor, halagador, conmovedor, turbador e incluso emotivo (añadan todos los -or que les plazcan) que la gente se acuerde de ti, te invite a fiestas y a saraos varios a los que nunca asistirás con la convicción de que has sido invitada porque saben que nunca harás acto de presencia, que te recuerden tal concierto, aquella exposición, una película del ciclo de los lunes en el Teatro Filarmónica o que los U.S Rails tocarán en otoño en Avilés (las cosas buenas siempre suceden en otoño, todo el mundo lo sabe, y sí, el mes de diciembre también puede ser otoño).

Que todo eso es genial, que te pregunten qué tal, cómo andas y te cuenten su vida en tres palabras, todo muy bien sin ni siquiera dar las gracias. Todo el mundo lo sabe; todo muy bien, gracias. Pero es que yo no recuerdo, no sé, no reconozco... y no voy a peguntar, y tú quién eres, me he olvidado de ti, ya no te recuerdo. ¿Cómo es posible que conserves mi número después de tantos años, de tanta distancia, de tantos silencios?

Yo borro números. Yo olvido, memoria selectiva sin retorno... pero permanezco en los teléfonos ajenos sin hacer ruido ni céntimos de gasto




[Y acá deberían sonar los U.S. Rails, "Gonna Shine", por ejemplo...

Donosti, here we go...]

viernes, mayo 11, 2012

(Looking for) The heart of saturday night (Tom Waits)


[Al leer, o más bien releer, mi última entrada escrita y publicada ayer, 
no he podido evitar sentir cierto pudor, cierta vergüenza ajena.

Es una sensación que me acompaña desde hace bastante tiempo, más de un año tal vez,
 y que en cierto modo me “impide” escribir aquí. 
Nunca me importó demasiado “desnudarme” a base de palabras; 
contar intimidades, que no privacidades, varias, y aludir a terceras o segundas personas, 
las que tuvieron la suerte o la desgracia de cruzarse conmigo.

Y no es que ahora respete más mi entorno, o lo resguarde con más celo 
o sienta o tenga en menor medida la necesidad de contar; 
porque ésta sin duda sigue ahí. 
De algún modo pienso que no tengo derecho a hablar de alguien que no va a leer esto, 
que no me ha dado permiso para reproducir sus palabras
 y que probablemente de pedírselo no me lo concedería. Pero ni modo…]




Hace tiempo le prometí que le buscaría una novia. Sabía que detrás de su fachada de chico sin compromisos se escondía un tipo que era tan capaz de amar como cualquier otro. Sorprendentemente no me dijo que no. Hasta le hizo gracia la idea y me animó a que a la par le buscara otra para su carnal. Inseparables ambos en las noches de los viernes en las que sin cita previa nos encontramos en ese bar en el que podemos pedir sus canciones.

Supongo que pensó que no iba en serio, o tal vez sí, pero que fracasaría en el intento. No le faltaba intuición. Hice un repaso entre todo el género femenino de mi entorno y o eran demasiado mayores, o demasiado jóvenes o demasiado comprometidas o demasiado… Pero no cejé en mi empeño basándome en la ley del embudo, lo que no es bueno para mí, subirme a una noria, no tiene porqué no serlo para él. Y como el mundo no se acaba entre las cuatro paredes de mi habitación donde siempre son las cuatro y diez por qué no probar más allá.

Confesaré aquí y ahora, aunque no diré su nombre, que de inmediato tuve una clara y firme candidata. Ilustre blogguera y mejor persona. Estuve a punto de escribirle y contarle, pero al final no me atreví. Me imaginé por momentos su cara leyendo mi correo, pero qué me está contando esta romana. Por qué voy a querer yo conocer a quien no conozco. En el fondo debo confesar que soy una romántica con las ilusiones ajenas cual señorita decimonónica. Efectos colaterales de haber leído demasiado a Jane Austen, supongo.

En todo caso la idea no se me fue de la cabeza, que al fin y al cabo una promesa es una promesa, aunque ya nadie espera que las promesas se cumplan y sean más propias de los caballeros sin que esto implique que yo sea una dama.

Es guapo, rockero y futbolero a la manera de Andrés Calamaro. No creo que dichos intereses deban de ser recíprocos, en todo caso si lo tuyo es Camela o el tecno-pop igual no sois muy compatibles, pero por probar, nunca se sabe.

Yo le caigo bien, lo que implica que su buen gusto no se puede poner en duda. Me da que es un tipo de estos de antes, con un alto sentido de la honestidad, el honor, la lealtad a los amigos y todos esos rollos masculinos que tan ajenos nos resultan a algunas mujeres. Me consta que es el perfecto caballero que niega ser y que ese recoger lo que nosotras sembramos sólo es una forma de darle tiempo al tiempo. Le gusta Bruce, por Dior, qué más le podemos pedir…

Como ya dije una vez: Deja tus paranoias o tus deseos, gritos al aire, diarios, confesiones, declaraciones de amor o de guerra, o simplemente tu firma, tu mensaje, tus besos, saludos o consejo, bromas o entusiasmo, reminiscencias o cañones recortados, y ya descubriréis si tenéis algo de lo que hablar...


daeddalus@gmail.com 









P.D. John Litel, Don Porter y Constance Bennett.



[Y Él ya está aquí. Se levanta el telón.]

jueves, mayo 10, 2012

La única herida




Hace un par de fines de semana a altas fiebre de la madrugada departía con un amigo del género masculino sobre lo divino (el Bruce) y lo humano (nosotros). Sonaba “Ring of fire” a petición nuestra y nos embarcamos en la eterna guerra de sexos. No suelen hacer falta muchas excusas para acabar discutiendo el porqué de que los hombres sean de Venus y las mujeres de Marte (o al contrario, que nunca recuerdo cuál es la asignación correcta).

Hablaba de lo que él vino a llamar “su época negra u oscura o abismal”. A los dieciocho, a los veinte, a los veintitantos y tal vez a los treinta. No ahora, con los cuarenta cumplidos, los deberes hechos, las cosas claras y los horizontes lejanos.

-“Yo siempre he sido un pagafantas”. Confesaba entre la resignación y el hastío. “O al menos lo fui en los períodos en los que no tuve novia o pareja estable en aquella época negra de mi vida. E incluso entonces, cuando estaba emparejado”.

Nadie lo diría. No lo conocía entonces. Lo conozco ahora.

-“Os comportabais mal. Las mujeres. Y sí, estoy generalizando”. Yo permanezco en silencio, asiento y le invito a que siga. “Actuabais como si nos estuvieseis perdonando la vida. Nos mirabais por encima del hombro casi con desprecio. Ninguno estábamos a la altura de vuestras expectativas, del príncipe azul que sin duda vendría a rescataros de vuestra absurda rutina”.

-“Ahora ya no me importa. Ya sé lo que quiero y especialmente lo que no quiero. Me da igual que paguen justas por pecadoras. Ahora recogéis lo que sembrasteis. Si desparezco, si no llamo al día siguiente, si no doy explicaciones, si no me comprometo, si me voy, como tú bien dices, porque nunca he estado… es mi venganza por tantos años de humillación, de hacer el tonto, de comportarme como el perfecto caballero que nunca fui. Ahora soy yo el que tengo la sartén por el mango, el que toma las decisiones, el que elijo. Y esa es mi elección”.

No supe que contestar. Tan sólo me acordé de aquél que hace mucho tiempo me dijo que él era uno de esos hombres. Y cuando le pregunté el porqué tan sólo contestó mientras se encogía de hombros: "¿por qué me divierte?, ¿por qué no me importa?..."



P.D. Ann Dvorak, James Cagney y Margaret Lindsay. 

miércoles, mayo 09, 2012

No hemos venido al mundo a ser felices



Leo... leía. Leí, "Yo confieso", de Jaume Cabré. Alguien me lo recomienda entusiasmadamente. Hacía mucho tiempo que no oía hablar con tanta vehemencia de un libro. No le ha cambiado la vida al modo de Paulo Coelho, pero le ha descubierto, vayan ustedes a saber en base a qué, a Anne Sophie Mutter y a Karajan, que tanto le recuerda, que tanto me recordaba a mí, al otro von.

No digo que ya conozco a Jaume Cabré. No quiero romper la ilusión de su "descubrimiento". Un tipo, reitera sin tregua, que merece todo el reconocimiento del mundo; el que no tiene a cambio de que otros sí lo posean. Los Ruiz Zafón, los Vila Matas, los Rivas y hasta el joven Marías.

Yo había leído "Las voces del Pamano" hacía tiempo, tal vez dos años atrás. Unas Navidades cualquiera en familia cuando el que más o el que menos había incluido en su equipaje no menos de dos libros, tal vez para tener excusa para ausentarse de las largas sobremesas con el cuñado divagando sobre música escandinava contemporánea (me acordé de él esta mañana leyendo en el periódico que Arvo Pärt es posible, no sé si probable, candidato a los premios Príncipe).

Me lo encontré reposando sobre el brazo de una butaca. Iba a sentarme y lo aparté sin fijarme demasiado en el título, "Die Stimmen des Flusses"; aunque me llamó la atención el autor, un nombre catalán. Así que comencé a hojearlo y acabé leyéndolo quedándome con la duda, a la manera de Joan Sebastian, o con la curiosidad o la intriga, por su éxito y reconocimiento en Alemania. De hecho la publicación de su siguiente novela, “Yo confieso”, fue un auténtico fenómeno editorial y mientras aquí se vivía entre mayor o menor indiferencia allá se formaban grandes colas en las librerías y hasta se organizaron sesiones de lectura a cargo de actores consagrados. Puede que al público alemán le conmuevan tanto las españolas novelas guerracivilistas como a mí las que versan sobre la Gran Guerra sean de la nacionalidad que sean.

Debo confesar que no me gustó demasiado. Tal vez poco, nada. Un autor español más que salda su deuda de escribir sobre la guerra civil, supongo. Me divirtió al principio y me aburrió al final. No despertó en mí la curiosidad por seguir leyendo a Cabré y acabé meciéndome “En el nombre del viento” de Patrick Rothfuss. Novela que se suponía debía de subyugar a una pertinaz seguidora de “Canción de hielo y fuego” como, yo pero que acabó aburriéndome aún más que la anterior.

Con “Yo confieso” me ocurrió algo parecido a con “Las voces del Pamano”.  Me gustó al principio. La otra simplemente me había divertido las primeras doscientas páginas. Me enterneció, y mucho, el pequeño Adrià Ardèvol con su jersey de canalé color Burdeos, el que quería aprender alemán y hablar arameo. Me gustó la Trullols y la señorita Cecilia a la que imaginaba en sus años mozos como una Verónica Lake venida a menos. El valeroso y astuto jefe arapaho Águila Negra y el sheriff Carson, la Universidad Gregoriana y Túbingen me trajeron ecos de otras vidas, aunque fueran mías.

Pero Adrià Ardèvol crece y conoce a Sara Voltes.Epstein en París, y Bernat Plensa se casa con Tecla (qué nombre tan absurdo para una pianista)  y Lola Xica deja de serlo. Y yo comienzo a odiar al ya no tan pequeño Adrià que ya no usa jerseys de canalé color burdeos, que es un violinista mediocre y un coleccionista obsesivo. Tengo que llegar a la página 757 para darme cuenta de que no puedo disfrutar de la que sin duda es una gran novela porque hace un puñado de cientos de páginas en las que no se habla de Adrià Ardévol i Bosch, se habla de ti.

No me había dado cuenta hasta ahora y tenía que decírtelo.


viernes, abril 20, 2012

En la vida hay tinieblas... tan cierto como la luz las disipa.





Siempre se dijo que "Drácula" de Bram Stoker era una mala novela (de un mal escritor que creó un gran personaje). Yo siempre sostuve que era una de mis novelas preferidas (la otra sería la "La isla del tesoro" de Stevenson).

Hoy se cumplen 100 años de la muerte de Stoker. Una excusa tan buena como otra cualquiera para recordarle. A él, a Mina, al Conde, a Jonathan Harker... Para cocinar un "Paprika-Hendl". Para entrar libremente y por mi propia voluntad en una casa ajena que tal vez algún día sea la mía, que tal vez me aporte parte de la felicidad que hoy ofrezco.


P.D. Bela Lugosi

jueves, abril 19, 2012

El traje nuevo del emperador






- ¡París! Nosotros tenemos los ideales, pero ellos tienen el clima...

Ninotchka 


Una, que es ciertamente republicana desde que tiene uso de razón, y lo será mientras siga convencida de que el linaje y la sangre no son méritos para alcanzar la jefatura de un estado, de cualquier estado; se pasea estupefacta estos días entre indignados patriotas, portadas de periódicos, tertulias de café y princesas alemanas zu Sayn-Wittgenstein que ni son princesas ni son alemanas. Qué admirables y fabulosas, por cierto, estas mujeres que acumulan matrimonios y por tanto divorcios sin desprenderse de los títulos más o menos nobles o pretenciosos de los que fueran sus maridos a la manera de Carolina de Mónaco o de Rosario Nadal. Aunque sea altamente comprensible que si una puede ser princesa de Hannover o de Preslav, si una puede apellidarse Saxe-Coburg o zu Sayn-Wittgenstein; no va a quedarse con un vulgar Grimaldi heredado de un pirata o un Larsen más propio de escritor sueco de novela negra. Ya lo escribía hace un par de días el sin par Salvador Sostres en el periódico de Pedro Jota, sólo el servicio da explicaciones... sólo el servicio, añado yo, se divorcia como Dios manda y te devuelve los apellidos y el rosario de tu madre.

Pues eso, que asombrada me hallo de tanto republicanismo de nuevo cuño. De tanto asombro porque alguien se asombre de que Don Juan Carlos de Borbón y Borbón-Dos Sicilias borbonee, que para eso es doblemente Borbón, digo.

Larga vida al rey en este país juancarlista y de prensa sumisa y cortesana más que merecida. Larga vida a la Reina, esa gran profesional, tan culta,  vegetariana y melómana, la que tras más de 40 años de consorte en un país que no es el suyo no es capaz de mantener una conversación de 15 minutos en ese idioma que no es el suyo.

Y larga vida a los españolitos de a pie que se acaban de despertar de un largo sueño en el que eran prósperos y ricos y los bancos concedían hipotecas del 110% del valor de un piso en el extrarradio de 60 metros cuadrados, y préstamos para coches de alta gama y vacaciones en Punta Cana; y obvio, tenían un Rey que reinaba pero no gobernaba tan campechano él que rivalizaba con la señá Duquesa (de Alba, of course).

Ya lo dijo la infanta Elena de Borbón y Grecia:

- "Yo no sé nada. Estaba con su padre".
- "Yo no oí nada. Estaba trabajando".

Más vale tarde que nunca... supongo.



P.D. Greta Garbo

miércoles, abril 18, 2012

Lección de gramática




"¿Cómo se diz en uolof la palabra frontera, la palabra
patria? ¿Y en soniké? ¿Cómo-y llamáis al desamparu?
Si queréis dicir en bereber, por exemplu, “yo tuvi una casa
nun arrabal de Rabat” ¿ponéis nesti orde la frase? ¿Cómo
se conxuguen en bambara los verbos que lleven al norte,
qué axetivos-y cuadren a la palabra mar, a la palabra muerte?
Si tenéis que marchar, ¿ye la palabra adiós un sustantivu?
¿Cómo se pronuncia en diakhanké la palabra exiliu? ¿Hai que
xuntar los llabios? ¿Duelen? ¿Qué pronomes usáis pal qu’espera
na playa, pal que regresa ensin nada? Cuando señaláis p’allá, 
pa  contra casa, qué alverbiu escoyéis?
 ¿Cómo se diz na vuestra, na nuestra llingua
la palabra futuru?"

Berta Piñán













P.D. Irene Dunne y Cary Grant en "Penny Serenade".

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