jueves, junio 09, 2011

Nunca es tarde si todavía estás a tiempo


Ayer nos sentamos los tres. Uno al lado del otro. Enfrente yo. Cuatro botellas de sidra para ellos y una coca-cola para mí. Me sentí rara. Me gustó. Dos partes de mi vida unidas por primera vez. De las más importantes, una desde hace 19 años, la otra no llega apenas a los seis meses.

Es un encanto, dijo...

Habrá que repetir... y que Don Julio hable por él.

miércoles, junio 08, 2011

Abriendo de par en par la ventana... tal vez así entre definitivamente la luz


Debo confesar que recibí con bastante indiferencia la notica de la muerte de Jorge Semprún esta mañana. Mi único comentario debió de aludir a su edad, que al fin y al cabo era un hombre ya de venerable edad. Supongo que los menos le recordarán como ministro de Cultura, otros como escritor y alguno hasta se despidió de Federico Sánchez. En todo caso hubo un tiempo en el que me sentí fascinada por la figura de este hombre. En realidad fue un tiempo de fácil fascinación y cualquier persona que hablase al menos dos idiomas y hubiese cruzado alguna frontera producía ese efecto en mí.

No consigo recordar cómo llegué a él o cuál fue el primero de sus libros en caer en mis manos. Sí recuerdo haber leído "Federico Sánchez se despide de ustedes", un ejemplar en español sustraído de la biblioteca municipal de Nürnberg y pasar más de tres tardes sobre el cesped de la Wöhrder Wiese en una incipiente primavera. Fueron buenos tiempos aquellos, tenía que haberlos recordado esta mañana al leer la noticia en la edición digital de un periódico que no recuerdo. Pero esta mañana estaba demasiado ocupada en desenredar telarañas en mi mente. En despejarme y alejar los sueños de una noche pasada en vela tratando de alejar la tristeza, que por una vez no era mía. Aunque ya sabemos todos lo puñetera que es ésta, y el afán de protagonismo y de contagio que tiene, que todo lo que toca...



martes, junio 07, 2011

Escuendiéndome de los suaños escuros



Nunca he sido de tener un número favorito. No creo en la suerte, ni en supersticiones varias. En realidad no tengo nada favorito, ni un color, ni un lugar, ni siquiera una bebida aunque yo sólo le de al gin-tonic, y aunque sí tenga una tónica favorita, no una ginebra. No tengo una comida favorita, aunque me gusten el arroz y los tacos cochinita por encima de todo. Me decanto hacia la izquierda pese a ser diestra y me gustan las gabardinas y las chaquetas de cuero... Pero siempre me ha gustado el número trece, tal vez por decir algunos que trae mala suerte y yo ir a contracorriente, tal vez porque nací un viernes trece, de junio, por cierto; mi cumpleaños a la vuelta de la semana. Y es que de pronto me gusta el 17 combinado con el seis... casi tanto como la Fever Tree con Citadelle y unos tacos de camarón con agua de jamaica.

(May)Be


Siempre supe que no estaba enamorado de mí. Tal vez lo estuviera de otra, alguna mujer inalcanzable que ignorara su presencia o alguna ex copretérita a la que echaba de menos en las tardes de luningo. No sé, tal vez, tan sólo lo supongo, sin certezas ni evidencias, que al fin y al cabo tampoco yo estaba enamorada de él. Nunca le pregunté, nunca me preguntó, coexistíamos simplemente el uno al lado del otro en ratos, noches y madrugadas. Conciertos, cenas y mediodías.

Sé que me quiso, probablemente mucho. O al menos eso decía con relativa frecuencia, incluso cuando estábamos follando él de repente me decía, "te quiero, te quiero mucho"... pese a mis reproches, no se le dice a una mujer que la quieres en esas circunstancias, nunca se lo va a creer. Tampoco antes, obviamente. Pero él me contradecía y decía que simplemente le parecía de una ternura infinita. Yo asentía y como tantas veces callaba. Al fin y al cabo yo también le quería. Aunque aquella primera vez, a pesar de su miedo a que yo saliera huyendo, como si tuviera algún lugar a donde ir más lejos de su abrazo y su mirada infinita, yo me quedara una vez más callada, sin respuesta.

Me hubiera gustado, ahora lo confieso, que hubiera caído en los sentimientos y comportamientos más abyectos. Que sintiera celos de que los hombres me miraran o de que algún intrépido ignorando su presencia a mi lado en "La piel del tripulante" se acercara a mí, que le molestase que sus amigos (algunos) opinaran que tenía un buen polvo y que más allá de códigos masculinos no hubiesen dudado en llevarme a la cama, que tal vez se hubiera pegado por mí en plena calle, que me llamase desesperado de deseo a las tres de la madrugada... no sé, quién sabe si malinterpretaba el amor y creía que sin semejantes muestras éste no era completo.

Y no, no es lo mismo querer que estar enamorado, porque a veces se puede querer como quieres a tu perro Óskar, ese amigo leal que siempre a tu lado sin reproches permanece. Pero qué se yo de amor, y de celos y de ternura... si nunca... bueno, sólo una vez creí querer, y ni siquiera entonces lo supe de cierto.



martes, mayo 24, 2011

Matando moscas a cañonazos



Supongo que enfadarse con alguien y que esta persona no sepa que estás enfadada con ella porque tú no se lo has dicho no sirve de nada, ¿no?




P.D. Vivien Leigh

viernes, mayo 20, 2011

Todo depende del color del cristal con el que se mira... supongo.


Estaba leyendo "Libertad digital", tenía curiosidad por conocer su punto de vista sobre "los indignados". Tuve que cerrar de golpe la página, me asusté muchísimo cuando comencé a asentir, a darme cuenta que compartía algunas de las opiniones allí expuestas... que no todas, aclaro.

Después leyendo a Carmen Posadas en "El confidencial" me reconcilié conmigo misma. Siempre me había parecido una señora estupenda y ahora más, si cabe.



P.S. El que no se consuela es porque no quiere.

martes, mayo 17, 2011

Perdona si te llamo amor



Antes sólo había bragas de dos colores, dice a modo de resumen él, que tiene nombre, en realidad apellido, pero es por el que siempre responde, de ciudad del sur de España. Que todo era más fácil, más simple. Los papeles estaban repartidos. La mujer representaba siempre el "no", el hombre siempre la "disponibilidad". El blanco y el negro, Los papeles repartidos. Arriba las mujeres, pa`que se cansen ellas.

Pero Eme asegura que no sabría manejarse en esos tiempos, en los que según ella el verbo "conformar" se conjugaba en presente de subjuntivo y futuro de indicativo. Aunque tampoco sepa manejarse en estos, aunque haya cumplido los treinta y tantos y encadene una larga lista de ligues, amantes, novios y hasta parejas formales de convivencia indefinida y un anillo de compromiso que nunca devolvió. De hechó llegó a pedir cita previa en Covadonga Plaza, gurú de todas las novias que en Asturias son y han sido; pese a mi insistencia por Helena Mareque.

Ahora ha conocido de nuevo a alguien. El domingo, de casualidad, como quien no quiere la cosa. Mientras yo me vestía de rojo y me subía a los zapatos más altos que he lucido nunca (la dependienta de esos grandes almacenes a los que la estación del año de turno siempre llega antes me preguntaba cómo era posible caminar con semejantes andamios) y dos personas distintas, a las que no conozco, de distinto sexo y diferente edad, en diferente ubicación, parece ser, opinaban que estaba guapísima. Yo, que no Eme, que siempre está guapísima, porque entre otras cosas lo es. Yo sólo a ratos lo parezco.

Pues Eme ha conocido a un nuevo chico. Un divorciado sin hijos, de cuarenta y pocos, parece que aparente, divertido, educado, con posibles y un largo etcétera que detalla emocionada al teléfono. Y es estupendo, claro. Porque el flechazo ha sido mutuo, la química bidireccional, las ganas de volver a verse mutuas... aparentemente. Pero, siempre hay un pero, él no ha vuelto a dar señales de vida desde el domingo a eso de las seis cuando se despidieron delante del taxista que la llevaría a casa y tras pasados apenas diez minutos ella le envió un SMS para decirle lo bien que se lo había pasado, las ganas de repetir, de volver a verle y todo eso que parece ronda por la cabeza después de una cita dizque perfecta, o casi. Me lee la respuesta un tanto lacónica de él, que viene a ser algo así como "yo también", y a ella, claro, como buena mujer insegura sin motivos para inseguridades le entra la duda y saca el calendario y cronometra los tiempos y se come las ganas de llamarle para hablar con él, o de enviarle de nuevo un mensaje para comunicarse y ni mucho menos escribirle un largo email para contarle como se habían cumplido sus expectativas. Porque tal vez es demasiado pronto, no vaya a agobiarse, no vaya a proponerle algo así como volver a verse el próximo fin de semana y vaya a pensar que está sola y desesperada y sin ningún otro plan más que quedar con él. No, mejor esperar al jueves para proponerlo, como quien no quiere la cosa. No, mejor esperar a que sea él quien la busque, no vaya a dar la impresión errónea, no vaya a pensarse que ya ha caído rendidamente enamorada a sus pies. Mejor que demostrar el interés que siente es fingir el desinterés que no siente... Y yo pienso que debí perderme el día de clase en el que las monjas explicaron el manual de comportamiento para las cenicientas modernas, tal vez estaba en la cama con escarlatina leyendo "Mujercitas", tal vez mi vida sentimental siempre haya sido un desastre por decir siempre lo que pienso-siento-quiero a las primeras de cambio. Tal vez porque siempre he pensado que si alguien se para a tu lado es exactamente porque quiere, y si alguien se queda a tu lado es exactamente porque lo quiere aún más, por mucho que tú taches con cruces en rojo los días en el calendario.

La política no es aburrida. Los políticos son los aburridos.Y lo que puede pasar el domingo 22 aquí, en esta Asturias nuestra, va a ser aún más divertido.


No voy a hablar de mis inclinaciones políticas, que tenerlas, las tengo; entre otras cosas porque no interesan a nadie y en todo caso es complicado que se ajusten a unas siglas en concreto. Creo que nunca he votado a un mismo partido en dos legislaturas seguidas, y generalmente mi voto autonómico, estatal y local nunca coincide, pasando de un extremo a otro, siempre fiel a mi cita con las urnas, aunque mi voto vaya a ir en blanco.

Se supone que Asturias tradicionalmente es un feudo socialista, aunque las apariencias a veces engañan y por ejemplo en Oviedo tenemos un alcalde popular que encadena legislaturas y mayorías absolutas, el insigne Don GaVino. Más por (de)méritos de una ¿oposición? ineficaz que por los suyos propios. Y en todo caso si se analizan los resultados electorales de las últimas elecciones, la diferencia entre los dos grandes partidos fue, si no recuerdo mal, de uno o dos diputados. Y sin tener en cuenta al voto emigrante, que en una región como esta supone unos cuantos miles de votos y tiene su incidencia (generalmente escorado a la izquierda), tal vez aún estarían más igualados. Porque esa es otra historia que por mucho que lo intente sigo sin entender del todo. ¿Por qué tiene que votar a la presidencia de una comunidad autónoma alguien que en el mejor de los casos es hijo de o nieto de y jamás ha pisado Asturias y cuya única vinculación es formar parte de la banda de gaitas del Centro Asturiano de Buenos Aires, Valparaíso o Salinas?

Entiendo que la tentación de quedarse en casa o dedicar la tarde o la mañana de un soleado domingo de mayo a cualquier otra actividad que eluda el acercarse a su colegio electoral es más que tentador con la que esté cayendo. Y no, no es mi intención adoctrinar a nadie no ya con el sentido del voto, pero no olvidemos que la grandeza de la democracia (a pesar de sus muchas miserias) es precisamente ésa, que nosotros elegimos a quienes presuntamente nos van a (des)gobernar.

Aunque entre las opciones a elegir esté el imputado Sr. Camps, o la desfachatez de Ana Rosa, Migoya, que no Quintana, no tenga límites; por vez primera la incertidumbre planea sobre la calle Suárez de la Riva (sede de la Presidencia autonómica), y eso señores, no tiene precio... que se lo tengamos que ¿agradecer? a Álvarez Cascos, como que tampoco. 


jueves, mayo 12, 2011

Juro que lo intento, pero a veces la realidad me puede



Últimamente estoy en pleno proceso de rehabilitación social. Es decir, me relaciono más; trato de sonreír, de resultar afable, amable, alegre, agradable... y eso sólo comenzando por la "a". Incluso me he sentido tentada de contar algún chiste, pero la tentación como vino se fue. Afortunadamente mi memoria es de pez y los chistes nunca se quedan en mi cabeza.

He decidido sacar a pasear mis mejores maneras, que educada y respetuosa una siempre ha sido, aunque no siempre me haya sabido manejar en las distancias cortas y mi empatía cero (y descendiendo) siempre me  haya vencido. Bien es cierto que también soy soberbia, pretenciosa e impaciente. Que si me aburro me levanto y me voy sin dar explicaciones, o peor aún, dándolas. Que si considero que no tengo nada que decir me callo. Que si alguien no me gusta no voy a fingir, ni esforzarme, ni buscar su lado bueno... que algunos dicen que todos lo tenemos.

Y sí, el mundo me sigue pareciendo feo, y la inmensa mayoría de las personas ni les cuento. Y no, no es la primavera, ni el buen tiempo (que hoy hace frío y medio llueve), ni siquiera la luz que de un tiempo ilumina a intervalos mi vida. Pero estoy tratando de... bueno, no sé, de demostrar interés en una conversación que no me interesa. De demostrar interés en las preguntas que alguien me hace y cuyas respuestas probablemente no le interesan. En ceder el paso y colocarme dos pasos por detrás aunque mi verdadero interés sea llegar antes y a ser posible en primer lugar. En descubrir cosas que no me interesan con el riesgo de acabar descubriendo que ciertamente pueden llegar a interesarme.

Tal vez se trate simplemente de tratar de ampliar horizontes, porque han dicho de mí que soy muy bien... y la guiri aquella en cambio muy mal. Y tal vez eso quiera decir que progreso adecuadamente, aunque cuando apoyo la cabeza en la almohada resulto estar agotada.

miércoles, mayo 11, 2011

Como llamó Quique a uno de sus discos... de avería y redención



No pasa un día en el que me diga que tengo que sentarme a escribir aquí. Que cosas que contar tengo. Por ejemplo mi discusión de hace unos días en la cola del supermercado, tagliatelle al nero di sepia en mano, con la presunta dueña de un carro abandonado que me acusaba a mí de colarme. A mí, la más educada y respetuosa compradora de supermercados, hipermercados, tiendas de descuento (soy asidua de DIA y Lidl) y mercados, en cien metros a la redonda. Que me puede la condescendencia ajena y que me den la razón como a los tontos.

Podría contar que ayer no me levanté en mitad de la primera canción del concierto de "Chain & The Gang" por respeto a las personas sentadas a mi lado, para no tener que importunarlas. Para que vean si soy respetuosa, aguanté estoicamente la hora de infernal ruido, aplaudí discretamente y hasta me gustó una canción, aunque saliera con los tímpanos destrozados y la sensación de que me habían timado (afortunadamente el concierto era gratuito). Que esa tribu urbana tan extendida, moderna y satisfecha de sí misma que se autodenomina "gafapastas" y yo pertenecemos a galaxias paralelas, ya lo sabía.

Que me ha dejado patidifusa la separación de la Mariló y el Carlos Herrera y que si ustedes, mis queridos lectores, pertenecieran o perteneciesen a ese gran porcentaje de españolitos de barrio que veneran al gran Jorge Javier Vodkas, gurú de la comunicación, contaría lo que me divertí en un ratico perdido la tarde del sábado, en pleno síndrome premenstrual, haciendo zapping compulsivamente con Salvame Deluxe reload y un tal Coyote Dax (el que destrozó, más si cabe, la canción aquella del hortera del padre de la Hannah Montana) repartiendo estopa a la mostrenco Esteban y a la Mila Ginebrez. A una la mandó a una residencia y a la otra le mencionó los cuernos que su marido borderline, presuntamente, le brinda. Que tenemos la televisión que nos merecemos, c*.

Podría igualmente hablarles de ese culebrón literario que me estoy metiendo entre pecho y espalda, "En el país de la nube blanca", y que ya me estoy imaginando en versión cinematográfica con Hugh Jackman en el papel protagonista. Pero va a ser que no. Aunque ni siquiera es falta de tiempo, de ganas o de temas de los que hablar. Que al fin y al cabo nunca he hablado de nada.

Barajé igualmente la posibilidad de despedirme. Aunque siempre dijera que si algún día llegaba a cerrar el blog lo haría sin hacer ruido. Pero me pueden las ganas de asomarme aquí de cuando en cuando, así que mejor sigo haciendo lo que mejor sé, hablar de mí, de mi mismidad y circunstancias. Aunque ahora lo haga menos, o apenas, o casi nada; y ni siquiera cuente sin contar. Pero es lo que tiene la vida, que hay que vivirla, que para llorar siempre hay tiempo y aquí ya hay demasiadas lágrimas acumuladas.

Así que esto sigue en pie, que quien sabe, el día menos pensado habrá que remendar de nuevo este corazón de Frankenstein... y habrá que contarlo, claro. Y ustedes sin falta deberán estar aquí para leerlo.

viernes, abril 29, 2011

Onanismo visual

Que la presunta boda real (heredero del heredero con la trepa de turno) iba a decepcionarme, ya lo intuía. A falta de lo que nos depare la mañana del gran día y se despeje la habitual incógnita del vestido nupcial, en todo caso confío en Catalina (cómo me gusta por cierto el nombre de Catalina, si es que yo soy mucho de la C: Catalina, Carlota, Celia, Clara y hasta Cordelia, que para eso era la hija preferida del Rey Lear, ya que nos metemos en el Gotha) y veamos como se defiende la inefable prinZesa con tocado o sombrero.

Porque lo de anoche, presunta cena de gala que se quedó en una especie de recepción de trámite a las escasas testas coronadas invitadas, se quedó en nada. Una boda muy rara, oigan. Recepción prenupcial donde no están los novios. Comida post.nupcial que no es tal, de pie y a 15 canapés por cabeza. Cena nupcial donde los invitados no están invitados. Y para colmo anoche no hubo fotos de mi adorada Máxima. Aunque eso sí, la habitual babosa, arrastrada y cortesana prensa española destacó por activa y por pasiva la elegancia, saber estar y prestancia de la Lacas, envuelta en una manta zamorana y con diferencia la peor vestida de la noche, aunque Beatrice of York lo pusiera complicado; y como no, de FicttiZia, una vez más vestida por Varela, aunque a mí más bien me parecía de Modas Jennifer. Mal cortado, mal cosido y demasiado emperifollado. Más propio de una Penélope Cruz en la alfombra roja de los Oscars, que de una presunta prinZesa. Alguien debería decirle a esa mujer y urgentemente, que un palabra de honor/escote corazón sin cubrir los hombros no sólo no es apropiado (no es una estrella de cine, es la Princesa de Asturias) sino que es completamente inadecuado para un cuerpo como el suyo, bordeando la apariencia anoréxica. Por una vez, todo hay que decirlo, estaba bien peinada y maquillada. Aunque tras tanto estiramiento, botox y cirugía no la reconoce ni la madre que la parió.



En resumen, muy decepcionate el desfilo de smokings y trajes de gala. Las más esperadas por moi o bien no aparecieron (Máxima de Holanda) o bien decepcionaron, Cahslene de Mónaco y Tatiana, a la que los medios british ya llaman princesa de Grecia y Dinamarca, pa'habernos matao. Ni siquiera la parte inglesa contratante nos deleitó como suelen hacerlo los ingleses cuando se quieren poner elegantes y rozan el mayor de los ridículos, así que ni para unas risas. En todo caso galería de despropósitos y aciertos:



La Reina, una vez más de Margarita Nuez, con un vestido inenarrable. Y que digo yo, podría haber aprendido de la prima Lilibeth, más que correcta para lo que es habitual en ella, o de Sonia de Noruega. Así se debe vestir una reina:





El rojo, sin duda, fue el color de la noche. Y otra que sorprendió, para bien, a pesar de sus hechuras y de su afición, esta vez aparcada, por los escotes excesivos, fue la amatronada Maria Teresa de Luxemburgo:


Margarita de Dinamarca en su línea, aunque más discreta de lo habitual. Por una vez y sin que sirva de precedente, no parecía una de las alegres comadres de Windsor. Henrik, por cierto, desaparecido en combate, con lo que a él le gustan esos saraos.

Camilla, la única que rompió el protocolo al lucir un vestido corto, porque ella lo vale. Y vaya si lo vale:


La duquesa de Kent y Sophie de Wessex más que correctas, aunque se queden en eso:



Beatrice de York, con un vestido que se diría elegido por su madre (la inefable Sarah Ferguson, que por cierto no está invitada) y se diría hecho a retales con papel de aluminio y los restos de tul del velo de la novia, contrastando con la discreción de su hermana Eugenia:



Entre las decepciones más absolutas, las griegas, Marie Chantal y Tatiana, demasiado aficionada al azul marino y a Armani. Es bellísima y tiene un porte impresionante, pero ayer no resultó suficiente.



Entre los aciertos, el pan sin sal de Matilde de Bélgica, pese a que el vestido parecía un poco corto:


Y muy especialmente Victoria de Suecia de Escada, del brazo de Mr. Ripley y maravillisosísima. Quiero ese vestido (también quiero los zapatos con los que FictiZia llegó ayer a Londres):


Y a falta de Máxima se esperaba la aparición de Cashlene de Monaco... y como una imagen vale más que mil palabras y muerta me he quedado ante tal indescriptible atuendo, ¿qué c* se ha puesto esta mujer?

miércoles, abril 27, 2011

Tal vez entonces no... pero ahora si tenga un pedacito de alma



Supongo que es lo que tiene haber visto demasiadas películas, que acabas creyendo en los happy endings, en los reencuentros imposibles en lo alto del Empire State o justo en la mitad del puente de Brooklyn. En los encuentros casuales en los que nada hay que decirse porque las miradas lo dicen todo y en los yopasabaporaquí y qué casualidad que tú hicieras lo mismo.

Siempre imaginé, por tanto, cuando aún imaginaba, que si algún día nos encontrábamos, sonarían violines y habría ramos de peonías y disculpas, y cuánto te he echado de menos y no ha habido una sola noche en la que no me acordara de ti, en la que no maldijera la cobardía de no buscarte, de no llamarte, de no reclamarte... Bueno, en realidad tiempo después de aquel portazo hubo un reencuentro casual y no premeditado, pero como mi memoria es selectiva y a la carta, ese reencuentro no cuenta, porque en lugar de disculpas, buenas palabras y arrepentimientos varios, sólo hubo reproches; unidireccionales, todo hay que decirlo. Y fíjense ustedes lo poco o nada que pudo gustarme a mí que meses después viniera un romano a reprocharme lo dura que fui con él, lo desconsiderada al abandonarlo a su suerte. Pues vaya que sí, si lo único que hice fue adelantarme a los acontecimientos y antes de que él me dijera adiós, le dije yo no te digo hasta luego porque no pienso volver a verte nunca.

Así que en un ejercicio portentoso de desmemoria olvidé aquel encuentro en el Escocia y olvidé los SMS reiterados y repetitivos en el transcurso de los meses con ese tenemos que vernos cuando te pases por aquí, que no sé nada de tu vida. Y que yo en un alarde de dignidad probablemente mal entendida borraba de inmediato, no fuera a convertirme en estatua de sal. Y pasaron los meses, y hasta los años, tal vez más de tres, y de cuando en cuando me acordaba de él cuando me encontraba con algún chico guapo que me lo recordaba, e iba olvidando poco a poco, día a día, e imaginando que un día cualquiera volveríamos a vernos y que sería como la primera, donde ninguno de los dos tuvo duda alguna de como acabaría aquella noche y las siguientes, mientras nos preguntábamos de qué color eran las madrugadas.

No, en mis planes no entraba una tarde-noche de domingo bajo la lluvia en un campo de tercera división, ni que yo hubiera ejercido tanto la desmemoria que necesitara no menos de un cuarto de hora en entender que aquel chico tan aparente rodeado de cables y paraguas, tres años después, era el mismo. Aquél que tuvo en suerte ser el Holandés Errante, naufragando en las orillas ajenas, justo ahora cuando el barco ya ha zarpado del puerto.


P.D. Irene Dunne

Es pura tontería que vivo entristecida, decía Ana Ajmátova...


En ocasiones, y supongo que nos pasa a muchos (a todos), qué vergüenza al releer lo aquí escrito.
En otras ni siquiera me reconozco, ni siquiera recuerdo... mejor así, ¿no?



P.D. Shirley McLaine

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