No todo está perdido
Las contraventanas entrecerradas tamizan la luz de agosto. El olor dulzón de la wisteria en pugna con la passiflora amenazando con invadir la casa, se cuela por la ventana entreabierta, más allá el castaño de indias y la inmensidad del verde asturiano. Shostakovich, el rumor del agua, algún grillo despistado, Proust y regaliz rojo. Si existe el paraíso debe parecerse a esto.
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