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Cuando esta mañana salí de casa, ni siquiera hace un cuarto de hora, no se habían puesto aún las calles. A las siete menos cinco estaba ante la puerta y dos minutos más tarde encendiendo las luces y disfrutando de la poco más de media hora de tranquilidad antes de que empiecen a llegar los más madrugadores a la oficina. Llevaba despierta desde entrada la madrugada, creo que no he llegado tan pronto a trabajar nunca antes.
Sobre mi mesa sólo tengo dos tareas pendientes para una mañana que se ha de alargar hasta casi las tres, aunque con eso de ser viernes igual le robo un cuarto o media hora. Tengo que dosificar por tanto el trabajo. Y aunque no tenía demasiada intención de escribir, entre otras cosas porque no tengo nada que contar o en todo caso contaría lo de siempre, aquí estoy. Supongo que necesito mantener las manos ocupadas o me quedaré dormida sobre el teclado.
Se presenta un fin de semana extraño, lleno de planes, citas y personas a las que ver. Y si ahora alguien me preguntara qué es lo que querría hacer yo sólo diría que quedarme encerrada en casa y dormir y olvidar y ver capítulos de "True blood". Siempre me quejo de no tener planes, y paradojas de mi inexistencia, cuando los tengo, de todas las formas y colores e incluso caras B y alternativos, no me apetece ninguno. En realidad miento, sí querría otras opciones, que obviamente no son posibles, pero en fin.
Últimamente han entrado varias personas en mi vida, entre otras cosas porque yo les abrí la puerta, y no es que me arrepienta de haberlo hecho, que ampliar horizontes humanos siempre es bienvenido, pero siento que me importan cada vez menos, y eso no me gusta. Y no porque no siempre haya sido así, o al menos un poco, o al menos no tanto como ahora. No sé, hay alguien que lleva llamándome toda la semana y con el que he quedado esta tarde, sólo que él no sabe y tendré que decírselo cuanto antes, que no voy a aparecer. Bueno, en realidad no tengo nada decidido, pero si empiezo a dudar me conozco lo suficiente como para saber de qué lado va a caer la pelota. Y es una persona estupenda, como decía Sal cuando lo conocimos hace una semana, el que sería un perfecto padre para tus hijos... pero no, aunque siempre que llame le responda y hablemos y nos contemos, porque supongo que la buena educación mal entendida me puede y prefiero descolgar y meterme en una conversación que no me importa mientras mi mente vuela que dejar sonar el teléfono o inventarme excusas. Últimamente lo hago demasiado, y también me preocupa, porque yo siempre era de mantenerme a buen recaudo para evitar retiradas a destiempo, que lo último que deseo es herir a nadie. Aunque lo esté haciendo, con él, con el otro, con el de más allá. Y lo que es peor, no me importa. No me importa haberme equivocado más en estas últimas semanas que en los últimos cinco años. Gestos y palabras de más. Y en realidad miento si dijo que no, que no me preocupa, porque no es así en todos los casos, pero casi, que no es lo mismo, lo sé, pero poco puedo hacer por arreglar lo que sí querría arreglar. Porque sí me duele sentir que en un determinado momento o en varios momentos no era ésa mi intención. Y es extraño sentir que te golpeas una y otra vez contra la misma pared, cuando lo único que quieres es atravesar una puerta, que esta vez sí, ha sido otro el que te la ha cerrado ante tus narices.
Porque no puedo permitírmelo, pero lo único que desearía es irme unos cuantos días fuera, tampoco demasiado lejos, no necesito destinos exóticos ni lejanos. Sintra o Huelva, y ser por un tiempo, tal vez no más de una semana, una completa desconocida, que eso se me da bien. Soy estupenda como desconocida, extraña y lejana, ni se imaginan... el problema viene, obvio, cuando dejo de serlo.
P.D. Terry Moore
4 perdidos en el laberinto:
Pase usted un muy buen fin de semana, pero sobre todo, haga lo que a usted le apetezca y no lo que quieran los demás que haga.
No hacer nada, también es un muy buen plan. A ó B.
Si no escribieras nada, no tendríamos nada que comentar, y yo ante la desidia que me producen las redes sociales, me estoy enganchando al blog, con lo cual me haces un favor.
A veces las mejores veladas son las que empiezan sin ganas, vístete con tu mejor sonrisa, por si acaso.
Es mejor enfrentarse a un dia con planes que se pueden frenar, que a uno sin ellos y sentirse vacia.
Algunos de mis mejores dias han pasado en el sofá de casa (vaaaaaale alguna vez acompañado, no siempre).
Y te invitaria a considerar seriamente esa posibilidad de perderte unos dias. Pero siempre existe el peligro de que aunque te desplaces geograficamente lejos lo que te agobie viaje contigo, y tengas las mismas tentaciones, y reprimas las mismas ganas. Entonces serias una desconocida con los naufragios que tan bien conoces.
- Con respecto a: “Siempre me quejo de no tener planes, y paradojas de mi inexistencia, cuando los tengo, de todas las formas y colores e incluso caras B y planes alternativos, no me apetece ninguno”, te diré que suscribo, complemente por mi parte, cuanto has dicho.
- Te sugiero que utilices un tono de llamada en mp3 de 1 segundo de silencio absoluto, que se lo asignes a un contacto en el móvil o grupo de contactos y, así, te evites el contestar a sus llamadas.
- La mejor manera de convertirse en una desconocida es cambiarse de ciudad.
- Yo me encerraría en casa para ver esta película sueca, que igual ya has visto: http://www.youtube.com/watch?v=5-iwj3YxA_Y
Un beso y anímate.
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