martes, octubre 19, 2010

Hoguera de vanidades




Hasta que yo cumplí los 12 años, más o menos, no llegaron los restaurantes chinos a las Asturias de Oviedo. Así que eso de comer con palillos sólo se veía en las películas americanas o cuando ibas a la capital o cruzabas fronteras. Recuerdo que mi hermana, una de ellas, que tengo varias, que debía de andar por los 15 o 16, se pasó dos días enteros practicando en todas y cada una de las comidas, incluyendo merienda, cena y desayuno, con unos palillos improvisados y ante la complacencia de mi madre. Su único objetivo, parece ser, era impresionar al ligue de turno.

Ya ven, cosas más absurdas se han hecho con tal de deslumbrar a un tipo. Yo por ejemplo me leí enterita la bibliografía de Erich Fromm. Claro que fue unos cuantos años más tarde y el tío en cuestión era una mezcla entre Carlos Tarque y Calamaro; por si alguien dudaba de la oportunidad de tamaño esfuerzo. También es cierto que a día de hoy dudo seriamente que lo hubiera hecho, no ya por él, sino por cualquiera. Y no sólo leer a Erich Fromm, o a quién fuese; sino hacer algo a lo mejor no tan absurdo tan sólo por afán de impresionar. O tal vez sí, quién sabe que podría llegar a hacer con tal de impresionarte a ti. Aunque suponer que pudiera impresionarte de forma alguna, me temo, es suponer en demasía.

A raíz de aquel episodio, mi hermana, una de ellas, y parte de mi familia, aprendieron a comer con palillos. Yo juro que lo intenté, pero mi torpeza no tiene límites, y mi constancia en cambio sí. Así que abandoné bien pronto pensando que si se habían inventado el cuchillo y el tenedor, y hasta la cuchara, aunque yo sólo la use para la sopa, por qué iba a empeñarme en un absurdo, que además tanto me costaba. Y para ser sincera, tampoco tenía a nadie a quien impresionar; y cuando lo tuve, me resultó más fácil leer "El arte de amar" y evitar los restaurantes chinos.

Muchos años después, en un restaurante chino de ésos con los patos colgados secando ante la cristalera, en un Chinatown cualquiera de una ciudad cualquiera de los States, recibí una clase magistral del dueño del restaurante. Obsesionado con que su pato lacado a la pekinesa no podía ni debía ser comido a la manera occidental. Pero como yo estaba más preocupada en explicarle que without the skin, que en atender sus explicaciones, no aprendí nada que no supiera. Que es lo que tiene evitar los restaurantes chinos, que una desconocía que precisamente era eso lo que se comía.

Y de este modo, aunque me encanta la comida oriental, aún me queda por descubrir en Oviedo un buen restaurante chino con servicio a domicilio, y me apasiona el sushi, no me verán nunca en un restaurante del ramo. Y las veces que por inciertos motivos he caído, he acabado, en el segundo caso, comiendo con las manos los mokis; que será poco ortodoxo, pero siempre queda como una extravagancia frente al uso convencional del cuchillo y tenedor.






P.D. Ni siquiera contigo, o tal vez sí, que al fin y al cabo, no podría, ni aunque me lo propusiera, hacer más el ridículo. Que al fin y al cabo me "debes" una comida. Aunque en todo caso, por favor, si en algún momento decidieras saldar tu "deuda", que no sea comiendo sushi.

17 perdidos en el laberinto:

Ana H.H. dijo...

Mi querida Dae, cuando tú cumpliste 12 años, más o menos, ya había dos restaurantes chinos en Oviedo desde hacía años. No sé si proporcionaban palillos para comer pero ahí estaban. Uno en la actual ruta de los vinos y otro encima de La Paloma. Los dos están cerrados. Pasé muy buenos momentos en ellos.

Daeddalus dijo...

Jajajja... pues juro que no recuerdo ninguno de los dos.

Anónimo dijo...

Yo tampoco sé comer con palillos.

Huntter

marikosan dijo...

Estoy de acuerdo con el tipo de chinatown, hay cosas que no saben igual con el tenedor, sobre todo el sushi o los makis.

Un forma deliciosa de comer sushi: sobre la barriga del amante de turno, sin palillos, ni manos ni nada, directo a la boca.

k dijo...

Me has recordado a esto

Yo he aprendido este verano, downunder. He comido más japo, tailandés y oriental en general que en toda mi vida. Y le he cogido gusto. En mi caso ha sido cuestión de perseverar. Me encanta mimetizarme con mi entorno.

Anónimo dijo...

Eso de tener que impresionar a un ligue con algo que no forma parte de tí, es de lo más estúpido que hay. Por suerte queda atrás con la adolescencia. O debería.

Daeddalus dijo...

- Pues yo he decidido aprender, Huntter... aunque en realidad he decidido tantas cosas.

- Marikosan: Eso nunca lo he hecho, tal vez sea el momento de probarlo. Cuando encuentre al amante de turno que se preste a ello, claro.

- K. supongo que es la mejor forma de pasar desapercibida. A mí cada vez me gusta más la comida oriental.

- Anto, que es estúpido, de acuerdo. Que debería quedar con la adolescencia, también. Pero para bien o para mal nunca se cumple. Siempre que conocemos a alguien que nos gusta tratamos de impresionarle y mostrar nuestra mejor cara. La impostura es parte irrenunciable de la seducción. Aunque obviamente todo tiene un límite.

Anónimo dijo...

Como ya ha leído a Fromm...

H.

El Buscador de Miradas dijo...

Este verano me he ejercitado comiendo arroz con palillos. Es cuestión de práctica, como todo.

Mejor hubiera devorado a Faulkner que a Fromm.

violetazul dijo...

Yo aprendí a comer con palillos, y a creo que tiene que ver la constancia más que la destreza.. aunque todo cuenta..
Un japonés, no hace demasiado tiempo, me llevó a comer futomakis, asegurándome que se deben comer con la mano..
Saludos!

Anónimo dijo...

Daedd, me he reído un ratín con esta entrada. Tal vez no seas una experta en comer con palillos chinos, pero sí me consta, por lo que en tu espacio voy leyendo, que sabes usar muy bien la varita mágica del Hada de Blancanieves, pues lo que escribes lo llenas de magia y encanto. Te lo digo de corazón, pues odio hacer la pelota y las cosas no las digo de manera baladí.

Yo en cambio sé usar mejor los palillos orientales que la "varita mágica". Me encanta la comida japonesa (la auténtica) y tb me gusta mucho "El Arte de Amar", gracias a ese libro he aprendido muchas cosas y evitado tropezones innecesarios.

Ana H.H. dijo...

Woody Allen nos enseña a comer con palillos en Sueños de Seductor. ¡Cómo me reí! En realidad se tira el arroz a la boca ¡delante de su cita a ciegas!

k dijo...

Una cosa es mostrar tu mejor cara y otra muy distinta es inventarte una cara falsa. Aprender a comer con palillos para impresionar no tiene nada de malo, me parece a mí. Impresionarás o no, pero después ya sabes comer con palillos, eso que ganas. Otra cosa es haber aprendido la tarde anterior y el día del sushi decir "oh, yo aprendí a comer con palillos a los 9 meses" (mientras el trozo de sashimi sale volando hacia la mesa de al lado). Siempre hay matices para todo.

Daeddalus dijo...

Es que entonces hablamos de mentir, y ése es el límite.

Restaurante chino Dong Fangan dijo...

Ufff, que alguien haga el favor de encontrarle un novio, por caridad!!

chicodelabolsa dijo...

De Erich Fromm era “El arte de amar”, ¿verdad? De jóvenes cometemos muchas estupideces intentando gustar, aparentando perfectos para la otra persona, convirtiéndonos en auténtico blandiblup dispuesto a adaptarse a las “irregularidades” del otro, cuando lo que más atrae e impresiona es la autenticidad y personalidad verdaderas. 

La reina de la miel dijo...

Por La Caridad no, por dios, que está to lleno gañanes xD

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