Porque yo lo valgo
Ya lo he contado en varias ocasiones, cuando era muy, muy chiquita y aún creía en los milagros (cómo sino iba a conseguirlo), quería parecerme a Audrey Herpburn. Para mi madre, que sólo veía películas de Gary Cooper (que estés en los cielos), el paradigma de belleza y saber estar era Grace Kelly. Pero ni modo, demasiado distante y fría su Alteza Serenísima. Así que saltando de una rubia a otra llegué a Veronica Lake y como ahí necesitaba un milagro y tres deseos, acabé por intentar ser como la otra Herpburn (Katherine), a donde salvando las distancias, me resultaba más fácil acercarme. Pero como de lo que quiero hablar no es de mis parecidos no razonables, se van quedando con las ganas (o no) de saber si alcancé mis objetivos. Porque superada (aunque no del todo) mi etapa de querer ser protagonista de peli en blanco y negro y olvidadas mis aspiraciones de una Madame Tura cualquiera (en realidad sólo aparcadas esperando tiempos más propicios), pasé a querer parecerme a casi cualquiera que apareciera en la portada del Super Pop y cómo no, yo también quise ser Jennifer “Rachel” Anniston (y tener su pelo). Más tarde pasaría una etapa mística, viviendo sin vivir en mí; quise ser como la Doña, María Felix, y ya puestos como cualquier mala antagonista de culebrón mexicano bañada en laca… y así un largo listado que no voy a exponer para no aburrirles, porque en definitiva nunca he querido ser yo (pero eso ya lo saben).
Una de mis últimas aspiraciones era ser morena, pero no de pelo, sino de tez. Es decir, estar morena y como lo de tomar el sol estaba descartado (sólo he conseguido acabar llena de ampollas) y era una chapucera con las cremas autobronceadoras (acabando llena de manchas) centré mis expectativas en las sesiones de rayos UVA cuando comenzaban a causar furor los solárium. Mi ‘ídola’ y ejemplo a seguir era y es, como no podía ser de otra manera, Begoña de Trapote; ya saben, la cuñadísima (qué bajo has caído Isidoro), una de las hermanas García Vaquero, más conocidas por las lenguas viperinas como las ‘Vacía Carteras’. Sólo ella es capaz de ir a un funeral (de 'alto standing') en leggins, negros, of course y 'peep toe' (ejemplo a seguir; no se me olviden tomar nota del estilismo, o 'outfit', como dicen ahora las 'egobloggers'; qué daño ha hecho The Sartorialist, equiparable al de Carrie Bradshaw). Tras más de 20 sesiones sólo conseguí un ligero tono dorado, como aquél de los eternos veranos de mi infancia a orillas del Cantábrico (seguro que de haber veraneado en Benidorm eso no me pasaba). Así que cada vez que salía de la cabina pasada la vigésima sesión y viendo que en lugar de avanzar en mi moreno lo que avanzaba, y a pasos agigantados, era la urticaria, ante las miradas entre despectivas y condescendientes de las monísimas chicas del centro de estética, decidí abandonar y resignarme al blanco lechoso en loor de mi salud dermatológica y en detrimento de la estética.
Y es que sí, las chicas de peluquería, siempre son monas, jóvenes y perfectamente manicuradas, no sé si pedicuradas, aunque lo intuyo. Y te miran con altivez, de abajo a arriba y de arriba a abajo; y yo lo entiendo, por qué acaso se vive una situación más humillante (la del ginecólogo no cuenta) que encontrarte encuerada sobre una camilla y ante una (a veces dos) desconocida, dándote órdenes, arriba, abajo, ábrete de piernas, dobla la rodilla, date la vuelta, sube el tobillo; si duele, me lo dices; si te quema, me lo dices; y tú claro, no dices nada mientras te aplica ese infame instrumento de tortura que es la cera (qué lejanos aquellos tiempos, afortunadamente, previos a la cera ¿fría?).
Sí, hoy toca… (aunque me esté quitando y pasando a las nuevas tecnologías de la depilación, que igualmente duelen).
P.D. Betty Grable.
1 perdidos en el laberinto:
Lo del moreno tiene una única solución, que es que te tiñan directamente con ese spray autobronceador... Lo digo por experiencia, aunque después de gastar los 30 euros que suele valer te das cuenta de que empiezas a desteñiste (si te duchas a menudo, cosa que tengo la costumbre de hacer) a los 4 días.
La depilación es otro tema en el que también tengo experiencia (peluda y blancucha, menuda descripción estoy haciendo de mi misma). Desde que he empezado con el láser soy una mujer nueva y feliz ¡lo recomiendo sin dudar! Este mes toca tercera sesión ¡y todo el verano si sufrir!!!
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