martes, septiembre 08, 2009

Mi elección




No quiero que mi padre lo conozca. Y no, no me importa su opinión, sin duda contraria a la mía, ni me haría cambiar de parecer, pero sé que no va a gustarle. Demasiado pequeño, demasiado oscuro, demasiado deslocalizado... Ya he recibido suficientes críticas y juro que no soportaría una más.

Tampoco pretendía que mi madre lo viese. Mismos motivos, aunque raramente (nunca en los últimos 15 años) me han dicho lo que tengo (o no) que hacer. No supe ver que ella contaba con más recursos, y con total traición y alevosía le pidió al portero que se lo enseñase. Se guardó, y mucho, obviamente, de hacer comentarios, y sólo se le escapó, intencionadamente, sin duda, que entendía que no podía permitirme algo mejor, pero que "de momento" serviría para cumplir mis expectativas (vaya usted a saber qué pretendería decir con eso).

Sé que lo que a ambos les hubiera gustado sería un piso de unos 200 metros cuadrados en alguna calle de la Vetusta señorial, con portero físico (en eso les he complacido) y que compartiera mi hipoteca con algún apuesto caballero que me superara en años, altura, moralidad y posición económica. Como de momento eso ni es posible ni probable, me temo que se conforman con que mi compromiso al menos sea con un banco (su anillo de compromiso seguirá esperando, el que prometió que sería para mí, al fin y al cabo, las otras, mis tres hermanas, hace tiempo que recibieron los suyos correspondientes).

En cambio si quise contar con la opinión de ellas y de sus correspondientes apuestos caballeros. Decisión poco meditada, de haberlo hecho la habría borrado de mi lista de pendientes, y que así, de pronto, me pareció ideal. En calidad de propietarios de diversos inmuebles se me ocurrió pensar, ingenuamente, que seguro que a ellos no se les escaparían los detalles que a mí, inexperta en cuestiones inmobiliarias, sin duda se me pasarían por alto.

Dado que las vacaciones suponen reunificación familiar salvando los mil kilómetros de distancia que nos separan organicé turnos de visita. Tres turnos de hermana, cuñado y en algunos casos sobrino o sobrina o sobrinos (gran error esto último, me temo que la superficie total de mi futuro hogar equivale a su cuarto de juegos, aunque con su exquisita educación germana no lo hicieron notar). Mi hermano pequeño, en calidad de no propietario, no estuvo invitado a la tourné. Dudo que se sintiera desplazado y/u ofendido.

Primer turno. Hermana y cuñado número uno. Sólo hacen comentarios de las vistas. No tendrías que poner cortinas, apunta mi hermana. Un parque al otro lado de la calle, sin vecinos ni edificios, al fondo la sierra del Aramo. Mi cuñado hace referencia a lo "apañao" que parece el portal (se reformó hace un par de años). De todo lo demás, no saben, no contestan.

Segundo turno. Mi sobrina de 2 años no opina, pero le gustan los columpios que hay al otro lado de la calle, aunque como comenté anteriormente los 50 metros cuadrados no pueden competir con su dormitorio. Su hermana de nueve meses duerme plácidamente y no es de recibo importunarla. Su madre, mi hermana, sólo dice que no tiene balcón, ni terraza y que ella jamás se compraría un piso sin una mísera terraza o balcón donde asomarse. Me abstengo de comentar que ella jamás se compraría un piso, a secas, y que aquí las terrazas se usan para tender la ropa y que yo a Dios pongo por testigo que lo primero que haré será quitar ese horrible "nosécómosellama" artilugio para tender y comprarme una secadora, dónde colocar la secadora es algo que decidiré mañana. Mi cuñado número dos, cuyo abuelo era conde, familia de Prusia oriental venida a menos, efectos colaterales de la Segunda Guerra Mundial, descubre lo que es un patio de luces, asegura, y le creo, que es la primera vez que ve uno. Tras asomarse por la ventana de la cocina reiteradamente a dicho patio cae en un mutismo absoluto. Es un quinto piso, murmuro, podría ser peor. La luz y todo eso...


Tercer y último turno. Hubiese deseado cancelar la visita. Pero no tuve valor y creo que a mi hermana mayor, ilustre propietaria de tres inmuebles, le hubiese parecido un feo. Mi cuñado número tres, tan expansivo como siempre, sólo repite que lo importante es "Lage, Lage, Lage", o lo que es lo mismo, la ubicación. Cinco minutos andando, por reloj, hasta mi trabajo y a diez de la Calle Uría (para los profanos, la arteria principal de Oviedo). No le parece suficiente. Se me olvidaba que él se crió a medias entre el barrio de Schwabing y la calle Fruela (prolongación de Uría). Ella por el contrario sólo hace un comentario, se asoma al patio de luces, al que define como tragaluz, y afirma más que pregunta: "quitarás eso", aludiendo al artilugio para tender ropa anteriormente mencionado. Afirmo rotundamente y aclaro que me compraré una secadora. Arquea una ceja... ¿y la lavadora?. Deberías quitarla de la cocina, donde está actualmente y poner en su lugar un lavavajillas. Pero dónde las colocarías, porque deberías comprar por separado la lavadora y la secadora y colocarlas en torre. En la cocina no, obvio. Apunto tímidamente que aunque no sea la mejor opción, en realidad es la única, había planeado, aún no sé cómo, montarlo en el baño. Me miran, ambos, con cara de horror, mirada que devuelvo con resignación. No hay sitio para una washküche, claro, murmuran, no tienes sótano... No, ni una casa con tres pisos, ni buhardilla, ni trastero, sólo 50 metros cuadrados y un baño y un salón con cocina americana, y claro que no es el piso de mis sueños, ése está en la 77 oeste, pero "de momento" es mío (o será mío) y a Dios pongo por testigo, de nuevo, que en cuanto lo pinte y lo reforme no volverán a mirarme con esa cara de circunstancia, y lo que voy a ahorrarme en cortinas.




3 perdidos en el laberinto:

Nebroa dijo...

Un patio de luces?!??! es que por dios! qué raros sois los del norte!! qué es eso!? jaja
Ay dios!! me encantaría no saber lo que es! la vida debe ser distinta cuando no sabes lo que es un patio de luces, no!?
Enhorabuena y felicidades, esa vivienda entre líneas será tu hogar, el refugio de mil y un pensamientos, un cuadrado en el que escapar de todo y acomodarlo a ti. Un lugar con tu olor por el que podrás pasearte como te paseas por tu mente. Con ganas...
Eso sí, todo lo que eres no cabe en 50m2, no cabe en 300, no cabe en ningún sitio, te sales! lo mires por donde lo mires :)

T... dijo...

Enhorabuena, mis más sinceras felicitaciones.
Lo que no arecia mucha gente acomodada, es lo que cuesta conseguir 50 m2: mucho sudor, muchos números para poder llegar a fin de mes, y muchísimo sacrificio como para que te lo tiren por tierra.
Menos mal que era la familia, sino, era para echarlos a pataditas, jejejejej.
Ahora, a disfrutarlo.
Salu2.
Si necesitas furgoneta para mudanza...............:).

María J. Plaza dijo...

Pero qué guay, tu propio huequito! Venga, hombre, que las cosas dependen muchas veces de quién nos rodea y la vida que llevan, sea un curro, una casa... Yo te felicito y a la vez un poco también te envidio!

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