Largo de contar
Me hubiera "encantado" que me hubieran perdido la maleta, como le ocurrió a la mitad del pasaje que me acompañaba en el vuelo desde Barajas a casa, o haber sufrido un retraso interminable o mejor aún la cancelación de mi vuelo y que me hubiesen llevado a dormir, cortesía de Iberia, a un hotel de Freising o de Alcalá de Henares. A., que regresaba a Senegal perdió su maleta y su vuelo salió con cuatro horas de retraso. G, de fin de semana en París acabó volviendo en tren... y en cambio yo regresé sana y salva, con mi equipaje de 28 kilos (40 euros por exceso) intacto y al borde de la irritación más absoluta mientras deshacía el equipaje y el teléfono no dejaba de sonar. Todas y todos preguntando qué tal el vuelo y yo sin nada que responder excepto un "perfecto, sin incidentes ni incidencias" percibiendo la decepción al otro lado del teléfono, nada debe alegrar tanto los inicios de año como las desgracias ajenas...
Por lo demás de regreso a "casa" tras sufrir como me ocurre siempre que cruzo los pirineos un ataque de "europeitis" aguda sin cesar de preguntarme por qué c* vivo en España, en Asturias en particular, qué c* hago perdiendo el tiempo de la forma en que lo hago, por qué acepto el trabajo que tengo y sigo sin comprar cortinas ni cambiar el color de las paredes.
Al menos al final me he rendido a las evidencias, pese a lo poco que me gusta la palabra rendición, y he tomado la firme decisión de no llamar, de no buscar, de no pedir respuestas, de no ofrecer excusas aunque ya hay quien me ha dicho que me equivoco. Me declaro firme y oficialmente en huelga, a la manera de Miranda (Sex and the city) aunque a día de hoy la única implicada sea yo, él ni se entere (nada de explicaciones) y para eliminar posibles tentaciones de terceros haya borrado del móvil unos cuantos númerosy me dedique a la búsqueda y captura de mi amigo del baño que en algún rincón debe encontrarse.
0 perdidos en el laberinto:
Publicar un comentario